Desde las pirámides, bajamos al valle. Kefrén es el único complejo funerario de Guiza que conserva aún su templo del valle, construido con granito rosa de Asuán.
Tenía una enorme sala en forma de T invertida, con 17 pilares monolíticos de 4,15 metros de altura. Antiguamente había adosadas a sus paredes 23 estatuas de Kefrén en diorita y alabastro, de las que sólo queda la que está actualmente en el Museo de El Cairo.
Para ver de cerca la Esfinge hay que entrar en el templo del valle y atravesarlo.
La Esfinge la construyó Kefrén como parte de su complejo funerario y le puso sus rasgos. Tiene 20 metros de altura y 57 de largo. La cabeza está adornada con el tocado típico de los faraones (el nemes real) y tiene nada menos que 6 metros de alto.
Su nombre deriva del antiguo egipcio “sheps-ankh” que significa “imagen viviente”, pero su nombre árabe es “Abu el-Hol”, o “el padre del terror”.
Fue modelada en un bloque de piedra calcárea pero la arena y la erosión del viento la han ido desfigurando.
La primera restauración la hizo el faraón Tutmosis IV de la XVIII dinastía , para legitimar su trono. Tutmosis soñó que la Esfinge le pedía que la liberase de la arena que la cubría y que a cambio ella le daría su reino. Así que, el rey hizo construir muros para impedir el avance de la arena, recubrió la escultura con una placa de caliza y colocó una estela entre las patas de la Esfinge para conmemorar este acontecimiento.
Perdió la nariz según Samir y otras fuentes, por la acción de las tropas de Napoleón a finales del XVIII. Sin embargo, otros afirman, (por ejemplo el Museo Británico) que a principios del siglo XV un historiador árabe habla de que la cara de la esfinge se había desfigurado en su época.
También hay dibujos de principios del siglo XVII y mediados del XVIII en los que la esfinge ya aparece sin su nariz.
Fueran o no los franceses, los que deterioraron la nariz de la esfinge, para Samir es mucho peor la falta de la barba que sujetaba el cuello de la esfinge y que se llevaron los ingleses al Museo Británico.
He estado investigando sobre esto y efectivamente, en el Museo Británico hay un pedazo de la barba de esta esfinge. Ellos dicen que es su treintava parte y que la encontró Giovanni Battista Caviglia en 1817 enterrada en la arena entre las patas. Ellos dicen que ese pedazo de la barba fue ofrecida al Museo Británico con conocimiento de Mohammed Ali, que gobernaba Egipto en esa época.
También dicen que entre 1925 y 1926 algunos otros fragmentos fueron llevados al Museo de El Cairo.
Explican además, que la barba, probablemente debió de añadirse en la restauración de Amenofis III (1550-1295 a. C.), una época muy posterior a la de la construcción inicial de la esfinge (2550 a. C.).
En este enlace se puede ver el fragmento de la barba del Museo Británico.
http://www.thebritishmuseum.ac.uk
Esta polémica no niega que la esfinge esté en peligro de caerse, no sólo por la falta de la barba sino también por las aguas subterráneas que la van socavando. A este problema se está buscando solución actualmente.