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Guiza

El interior de Keops

Para poder entrar en Keops tuvimos que madrugar una vez más. Por motivos de conservación, sólo pueden entrar 150 personas cada día y nosotros queríamos estar entre esos 150 privilegiados.

Cuando se abrió la verja de entrada, Samir se adelantó para comprar las entradas al recinto y eso hizo que algunos autobuses nos adelantaran.

Finalmente, después de unos pocos nervios y unas carreras para llegar a la taquilla de la pirámide de Keops, conseguimos entrar todos los queríamos.

La niebla nos rodeaba de tal manera que estábamos al lado de la Gran Pirámide y no la distinguíamos. Samir decía que no había visto nunca las pirámides con esa niebla tan espesa.

Entramos a Keops y de paso dimos tiempo a que se despejase el ambiente y nos permitiera ver las pirámides.

Por dentro se llega a la cámara funeraria por medio de una rampa empinada y estrecha en la que hay que ir bastante tiempo encorvado para no darte con el techo.

Después del primer tramo llega el segundo en que ya se puede ir de pie y que es como una pirámide dentro de la pirámide, para por fin, después de andar agachado otro poco, llegar a la cámara funeraria.

Ésta es una sala en forma de cubo, sin decoración en las paredes ni ningún tipo de adorno, vacía completamente, excepto por el sarcófago, que también está vacío.

Aunque no hay nada dentro, o por lo menos no se ve, no me arrepentí de haber entrado. Es un sitio extraño y tiene algo de misterioso...

Eso sí, no es apto para claustrofóbicos.

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