El templo y la pirámide formaban parte de un enorme recinto rectangular de 555 x 277 m de base y de 10 m de altura.
Samir nos comentó que el muro que cierra el complejo era una copia en piedra de la fachada del verdadero palacio del faraón en Menfis, que era originalmente en madera.
El exterior del muro estaba decorado con 14 falsas puertas además de la puerta auténtica, que daba acceso al recinto.
Al entrar por ella se ve que es un simulacro de puerta abierta. Es como si se hubiera abierto una vez y se hubiera quedado petrificada así para siempre.
A la entrada hay una larga y estrecha columnata compuesta de 40 columnas con forma de haz de papiros, que representan a los cuarenta nomos (o provincias) de Egipto.
Por ella se llega al patio que, a la derecha tiene la capilla del Heb-Sed, dónde el rey celebraba sus fiestas jubilares.
Frente a la salida al patio queda un muro adornado con cobras y subiendo una escalera se puede ver la enorme fosa de los canopos dónde se encontró un sarcófago idéntico al de la pirámide.
Desde aquí también se puede contemplar la pirámide de Saqqara y, más lejos, las pirámides de Dahshur.