Cuando conseguimos levantarnos Mohammed nos llevó a Áqaba. Esta vez hice yo de copiloto y Mohammed me estuvo enseñando algunas frases y palabras en árabe que yo olvidaba a los dos segundos de oírlas. (Puede que algún día aprenda árabe en serio).

Áqaba tiene un suave clima invernal y una muy buena situación en el golfo de Áqaba. Esto hace de ella el lugar de recreo acuático de Jordania. El agua es transparente y caliente, y además ofrece buenas posibilidades de buceo y snorkeling (buceo de superficie con gafas y tubo).

Durante la revuelta árabe en la I Guerra Mundial, fue conquistada a los turcos por T.E. Lawrence y sus tropas árabes. Desde entonces fue utilizada por los británicos como centro de suministros desde Egipto para subir por Transjordania y Palestina.

En 1965 el rey Hussein cambió a Arabia Saudí 6,000 km2 de desierto por 12 km de costa y así al arrecife coralino pasó a ser jordano.

La ciudad israelí de Eilat está a pocos km. de Áqaba. Los aeropuertos de las dos ciudades está uno al lado del otro, lo que a veces provoca despistes.

Después de un pequeño lío con las habitaciones (nos dieron unas un poco cutres y al protestar nos las cambiaron por otras mejores y con vistas al mar), nos fuimos de barbacoa en el Mar Rojo.