Navegando por el Mar Rojo

Mohammed nos había reservado para todo el día un barco con equipo de snorkeling y bebida y comida incluida.

Las expectativas que teníamos no se cumplieron exactamente. En primer lugar el barco era una pequeña barca de las de fondo de cristal y pintada de un color rosa un poco hortera. El material de snorkeling dejaba un poco que desear: todas las aletas eran demasiado grandes y la mayoría estaban rotas, las gafas no ajustaban bien y entraba agua y con los tubos para respirar pasaba lo mismo.

Corales del Mar Rojo

Aún así los más atrevidos, (una vez más Rubén, Azucena y Fernando) se tiraron a ver los magníficos corales. El resto nos conformamos con verlos a través del suelo de la barca y una vez en la orilla a ver los más cercanos con las gafas.

Azucena hizo un intento pero se asustó y a pesar de que nuestro anfitrión (llamémosle Alí porque no recuerdo su nombre) estaba muy interesado en acompañarla de nuevo, ya no hubo quien la convenciera. Una vez más Azucena era la "ligona". Más adelante y para confirmar la primera impresión, Alí ofreció 4 camellos y cuatro barcos (ni más ni menos) por Azucena, y se admiró de que no estuviera casada (¿es que los españoles son tontos?).

Siguiendo con el relato del día, Alí nos llevó a la orilla después de contemplar los corales, para que nos pudiéramos bañar tranquilamente y él y su sobrino (que nos acompañaba), pudieran hacer la comida. Bueno, en realidad, el único que trabajó fue su sobrino, al que ni siquiera dejaron sentarse con nosotros para comer.

Corales del Mar Rojo

Nos instalamos en la playa bajo una especie de tenderete que nos quitaba el sol y encima de una alfombra que preferimos no examinar detenidamente por si acaso sus condiciones higiénicas no eran muy buenas. La comida consistió en una ensalada de varias verduras aliñada con aceite, sal y limón y un pescado asado parecido a la dorada. La verdad es que estaba bastante bueno, aunque los escrupulosos no comieron mucho, ¡ellos se lo perdieron!.

En la sobremesa hablamos de nuestros respectivos estados civiles, y Alí nos contó que tenía dos mujeres. La primera tenía 30 años y nos dijo, para nuestra indignación, que era muy vieja ya y que por eso se había casado con otra de 20.

De todos modos cuando nosotros les contamos que Fernando y Montse estaban casados pero que se habían dejado a sus hijos en España, que Rubén había dejado allí a mujer e hijas, que Azucena tenía 40 años y no estaba casada y que Justo y yo llevábamos juntos varios años y no teníamos ningún hijo, los que se escandalizaron fueron Mohammed y Alí. Según Alí, Justo tenía que beber leche de camella para potenciar su fuerza viril y así tener descendencia. No entendían que simplemente nosotros no quisiéramos tener niños.

Tampoco veían muy bien que no estuviéramos casados. Esa situación al parecer es imposible en el mundo árabe. En primer lugar, un hombre y una mujer no tienen oportunidad de estar a solas antes de casarse, está poco más que prohibido, así que aún es más difícil que consigan vivir juntos sin estar casados.

Lo que sí vimos claro es que mientras que Mohammed era un caballero y respetaba nuestras ideas, (aunque no las compartiera), Alí era bastante más grosero y pensaba que las mujeres eran un trozo de carne a su servicio.Mujeres bañándose en &Aaqute;qaba

Por la tarde vimos desde el barco a un montón de gente bañándose en una pequeña playa y lo que nos dejó atónitos fue ver a dos mujeres totalmente vestidas y con el pañuelo en la cabeza que estaban haciendo snorkeling en la orilla. ¡Hasta ese extremo llegan para "respetar la etiqueta"!.

El regreso fue agradable y vimos una preciosa puesta de sol en el mar. En resumen fue un buen día y sobre todo muy interesante porque hablamos con jordanos que nos dieron su visión de las cosas.&Aaqute;qaba puesta de sol

Por la noche quedamos con Mohammed para que nos hiciera un "tour" por Áqaba. El tour resultó ser un par de vueltas en coche por el centro de la ciudad así que no es que pudiéramos apreciarla demasiado. Eso sí, cenamos bastante bien (¡pescado por fin!) y en la sobremesa tuvimos una divertida charla con el camarero.



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