Visita de Jerash

Tetrapilon Sur (cruce de calles)

A eso de las 12 del mediodía estábamos ya paseando a pleno sol por las ruinas romanas. Recorrimos los templos, las iglesias, los dos teatros, la calle con columnas y el foro y pasamos por debajo de sus preciosos arcos.

Todos habíamos visto antes restos de asentamientos romanos pero la verdad es que lo de Jerash es impresionante. A diferencia que en Grecia, allí podías imaginarte como sería la ciudad en el pasado sin necesidad de leer libros o ver dibujos explicativos.

Teatro Sur (más de 3000 espectadores)

Imma nos enseño una cosa curiosa. Da la impresión de que esas enormes columnas están fijadas al suelo, pero ella nos demostró no es así. Los trozos que forman las columnas estás superpuestas unas encima de las otras y al no están pegadas con nada, se mueven. Cuando hace un poco de viento, si te fijas bien, es muy fácil ver el movimiento de las columnas.

Compras turísticas en JerashAl salir de Jerash empezamos a ejercer de turistas y compramos pañuelos para protegernos del sol, que como es fácil suponer no nos volvimos a poner ningún día después. Uno de los vendedores quería quedarse con mi sombrero de paja, pero cuando Imma le propuso un trueque cambió al momento de opinión.

Por fin nos tocó comer nuestra primera comida árabe. No teníamos mucha hambre y era demasiada comida, pero estaba muy buena así que por lo menos lo probamos todo.

La comida típica árabe consiste en un primer plato compuesto por varias ensaladas (que no comimos por el peligro de que estuviesen contaminadas por el agua) y de diversos purés que se untan con pan sin levadura (pita). Hay muchas clases diferentes de purés: de garbanzo (hummus), de berenjena (mutabal), de queso, de yogur... y variaciones de estas con tomate, con picante, con comino... Para mi la mejor era la de garbanzo, pero Imma prefería la de berenjena y a otros les gustaba más la de yogur.

El segundo plato era algo semejante a nuestros pinchos morunos: carne de pollo o de cordero hecha a la brasa. La carne estaba adobada y condimentada y la acompañaban con verduras asadas. Tenía un sabor diferente, pero estaba muy buena. La comida nos salió baratísima y el dueño, (que al parecer tenía familia en Valencia), nos invitó a dos botellas de agua que nos vinieron fenomenal para el camino.



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