Historia de Kerak

La fortaleza de Kerak fue construida por Balduino I de Jerusalén en 1132 dentro de la línea defensiva de los cruzados, que iba desde Áqaba en el sur hasta Turquía en el norte.

El lugar fue escogido por estar a mitad de camino entre Shawbak y Jerusalén y por ser un buen punto de observación.

Después de años de resistencia, cayó ante las tropas de Saladino en el 1188.

El gobernador del fuerte en aquella época, Reinaldo de Chatillon, era odiado a la vez por cristianos y por musulmanes. Era un hombre cruel y sanguinario. Tenía una costumbre que consistía en arrojar a sus prisioneros por las murallas, pero protegiéndoles la cabeza para que llegaran vivos y conscientes en su caída al vacío y así murieran más lentamente y sufrieran en cada momento el dolor.

Otro de sus pasatiempos favoritos era el de untar con miel las heridas de las personas a las que había torturado y dejarlos al sol para que los insectos los volvieran locos. En fin, todo un encanto que Saladino juró matar con sus propias manos, cosa que cumplió.

El sultán mameluco Baibars, lo mismo que había hecho en Ajlun, reforzó la fortaleza que fue en parte destruida por un terremoto.

Se pueden ver aún las cisternas donde se almacenaba el agua, algunos calabozos, las cocinas y los establos.



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