Nunca me imaginé que sería tan divertido darse un baño. Parecía como si estuviéramos encima de una colchoneta. Casi no había oleaje y las pequeñas olas te mecían. Sólo había que tener cuidado de que no te entrara agua en los ojos porque el sufrimiento era considerable. Lo mismo pasaba si tenías alguna herida o alguna rozadura, si no sabías que la tenías seguro que te enterabas.

Se estaba muy a gusto tumbado en el mar. Lo peor era cuando te querías poner de pie, porque la resistencia del agua salada te lo hacía un poco difícil. De todos modos el agua estaba muy calentita y no apetecía salir de ella.

Bueno hubo alguien que no quiso ni siquiera probar el agua. Fernando prefirió hacer de cámara antes de meterse en esa mar tan salada.

La sensación al salir es de tener una capa aceitosa sobre la piel, pero con una ducha de agua dulce se quita. Además las sales deben ser muy buenas para la piel y según dice la publicidad para otras múltiples cosas.

Montse y Azucena fueron aún más atrevidas y se embadurnaron todo el cuerpo de barro negro. Fue muy divertido verlas así...

Después de comer, una vez más en la Rest House, nos dirigimos a Amman, no sin antes pasar por un bazar recomendado por Mohammed para hacer unas compras turísticas.