Cuando empezamos a subir hacia el Monasterio (Al Deir) es cuando empezamos a sudar. El ascenso era entre montañas, así que no daba mucho el sol, pero la subida era bastante fuerte y al menos yo iba sin aliento.

En el camino pudimos ver otra tumba, la de los leones, estaba muy erosionada, pero aún se distinguían los dos leones en la puerta.

Parecía que no llegábamos nunca. Se suponía que nos llevaría una media hora subir, pero tardamos cerca de una hora. Está visto que no estábamos en buena forma.

De todos modos valió la pena, porque el Monasterio es otro monumento impresionante. Los más valientes de la "expedición", o sea Azucena, Rubén y Fernando intentaron subir a su parte superior. El resto preferimos recuperarnos en la tienda beduina que hay justo enfrente del Monasterio y ver la maravillosa vista.

Mientras, los aventureros habían llegado casi a la cima cuando un vigilante les impidió continuar. Al parecer era muy peligroso subir allí y había gente que se había caído (o se habían tirado) y estaba prohibida la ascensión.

Años después, Sonia, una compañera de mi trabajo hizo el mismo recorrido y su hermano y un amigo consiguieron llegar a la cima y hacer fotos desde allí. Tampoco estuvieron demasiado tiempo porque al final el vigilante les hizo bajar.