Después de tomar un tentempié, nos volvimos a la parte baja de Petra. Estábamos agotados y los pies nos empezaban a doler, pero no quisimos irnos sin echar un vistazo más de cerca a las tumbas reales que nos habíamos dejado de lado.

La pared donde están las tumbas se llama "muro de los reyes", aunque no se sabe a qué reyes se refiere, ni si son realmente tumbas, palacios o templos.

Íbamos hacia la salida de Petra y la primera que vimos fue la de Palacio, una imitación de un palacio romano y uno de los monumentos más grandes de Petra. La parte inferior está tallada en la misma pared de roca, mientras que la parte superior está hecha en bloques de piedra.

La siguiente tumba es la Corintia un edificio semejante al tesoro pero muy erosionado.

Al lado, está la tumba de la seda. Se llama así por los preciosos colores de su fachada.

Por último vimos la tumba de la urna, que fue construida posiblemente alrededor del año 70 d. de C. Está rodeada de una hilera de columnas y se entra en ella por un gran patio sostenido por arcos.

Mientras hacíamos un alto en el camino para descansar, Justo, mi compañero, preguntó a unos árabes sentados a nuestro lado que cuánto valdría yo en camellos. Para mi frustración, lo más que daban por mi era medio burro. Esta visto que yo no tenía éxito con los árabes. Eso sí, un árabe que intentaba vendernos artesanía dijo que no era verdad y que yo valía muchos camellos, claro que eso era para hacernos la pelota y que le compráramos algo.

Habíamos visto la parte más importante de Petra y nos quedaba la mañana del día siguiente para ver lo que quedaba. Era hora de ir a descansar.