Después de volver de Palmira, Crac des Chevaliers y Hama el día anterior, ahora nos tocaba regresar a Amman.

Para llevarnos un recuerdo de Damasco fuimos a comprar dulces sirios a Ghraoui, la bombonería más famosa de Damasco. En la bombonería vimos algo un poco sorprendente, las personas que la atendían eran chicas jóvenes y guapas y sin velo. Quizá fueran cristianas porque si no no se entiende...

Imma consiguió contratar dos coches y antes de llegar a la frontera con Jordania volvimos a parar en una tienda en la que nosotros compramos pistachos de Alepo (los más famosos) y nuestro conductor (parece que siempre nos tocaba a Fernando, Montse, Justo y a mí el chofer más chanchullero) aprovechó para coger tabaco, esconder parte en el maletero y el resto al lado de las bolsas de Justo para que se disimulara. En la frontera se nos hizo la espera eterna, pero tampoco nos fue mal.

Sólo hubo un problemilla. A Fernando le faltaba un sello en su pasaporte cuando íbamos a cruzar la frontera y tuvimos que volver a que se lo pusieran. Afortunadamente lo hicieron al momento y pudimos seguir camino.

Pasada la frontera, nuestro chofer volvió a parar en una tienda, dejó el tabaco que había escondido y seguimos camino hasta Amman.

En la estación de taxis de Amman, Azucena, Imma y Rubén, llevaban ya un tiempo esperándonos y empezaban a estar hartos de todos los taxistas que se ofrecían a llevarnos a casa.

Así que no fuimos en taxis de la estación, sino que paramos otros fuera y en poco tiempo estábamos en la "mansión" de Imma.

Ahora teníamos un problema. Estábamos en números rojos. Debíamos dinero a Imma y no teníamos con que devolvérselo. Afortunadamente Justo tenía Visa y unos cuantos se fueron con él a sacar dinero y a comprar algo de comer.

Fue una comida informal a base de pizzas, pero así descansamos un poco de comida árabe. Después de comer decidimos salir a ver algo de Amman.