Los ingleses construyeron entre 1898 y 1902 una primera presa en Asuán. Está situada a unos 5 kilómetros al sur de la ciudad y tenía inicialmente una altura de 30,5 metros y una capacidad de un billón de m³. Enseguida fue insuficiente y, como consecuencia, se amplió en dos ocasiones llegando a los 41,5 metros de alto y a los 5 billones de m³ de capacidad en 1934.
A pesar de las ampliaciones, esta presa se quedó pequeña, así que se pensó en construir una nueva a unos 8 kilómetros al sur de la antigua.
Esta alta presa se realizó con un proyecto de la Unión Soviética, comenzando la construcción en 1960 y terminando en 1972.
Así se formó el lago Nasser, de 500 kilómetros de largo (150 kilómetros en el Sudán) y 157 billones de m³ de capacidad.
De esta manera se aumentaba la superficie cultivable, el riego, la producción de energía eléctrica, mejoraba la navegación y se evitaban las devastadoras crecidas
Pero su construcción también ha tenido consecuencias negativas. Al acumularse el limo fértil en la parte alta de la presa, se han empobrecido los suelos de la parte baja. Además, al disminuir la fuerza del río, se va erosionando la ribera del Delta y el agua salada del mar va deteriorando el entorno.
Otra de las consecuencias negativas fue que los pueblos nubios de la zona tuvieron que ser evacuados y muchos monumentos estuvieron a punto de ser sumergidos por las aguas.
La UNESCO realizó una importante campaña para salvar los templos amenazados y se consiguió salvar 14, entre ellos los de Filae, Kalabsha, Abú Simbel, y Debod que está actualmente en Madrid.