La cena de fin de año teníamos que hacerla obligatoriamente (¿por qué?) en el hotel Sheraton en el que nos alojábamos y tenía un precio fijo de 50€. La comida no estuvo mal, pero no se correspondió con el precio que habíamos pagado, con lo cual poca gente salió satisfecha.
Al día siguiente de la cena, que coincidía con el último día de nuestro viaje, un grupo de personas protestó al hotel. Sus directivos alegaron que no habían recibido ese dinero y por ello no podían devolverlo, pero que intentarían compensar a quién se quejara y a su vez pasarían la queja a Iberojet.
No sabemos como acabaría esto, pero lo que sí está claro es que si no te quejas, nadie se preocupa por ti.