El origen del nombre actual (Ciudad de Habu) es incierto. No se sabe si habu viene de la palabra hbw, que significa “ibis”, ave sagrada de Tot, o es una derivación de Hapu, el famoso arquitecto de Amenhotep III.
A esta zona la llamaban los antiguos egipcios Djanet y era para ellos el lugar donde Amón apareció por primera vez, y por lo tanto, un importante lugar de culto.
Esto es lo que debió impulsar a Ramsés III, en la XX dinastía, a edificar aquí su templo conmemorativo.
Durante la XX dinastía, Djanet era el centro administrativo de Tebas Occidental y el lugar de reunión de los trabajadores y artesanos en huelga de Deir el Medina, que se quedaban aquí en espera de que se satisficiesen sus exigencias.
También este lugar, al final de la XX dinastía, se convirtió en refugio de la población durante la guerra del sumo sacerdote de Amón en Karnak contra el virrey de Kush.
Más tarde, durante las dinastías XXV y XXVI, se celebraba aquí el culto de las Divinas Adoradoras de Amón.
En la época cristianase construyó en la zona la ciudad copta de Jeme y en el segundo patio del templo se edificó una iglesia.
Al comenzar la visita del templo funerario de Ramsés III, pasamos por una torre migdol fortificada, típica de las fortalezas orientales y por las ruinas de las capillas de las Divinas Adoradoras de Amón y del templo de Amón de la XVIII dinastía.
El palacio de Ramsés III estaba apoyado en el lado izquierdo del templo, pero de él quedan sólo escombros. Para construir su templo, el rey se inspiró en el que había realizado su antepasado Ramsés II y se encargó de grabar en sus muros la gloria de haber alejado de Egipto a los pueblos del mar.
En el primer pilono aparece, como en otros templos egipcios, la representación ritual de la matanza de prisioneros, asiáticos a la derecha, y nubios y libios a la izquierda.
En las caras interiores del pilono están grabadas escenas de la derrota de los libios que ocurrió en el octavo año de reinado del faraón.
El primer patio tiene a la izquierda columnas campaniformes y relieves de desfiles militares y de escenas de lucha; y a la derecha pilares con esculturas osiríacas (de pie con los pies juntos y los brazos cruzados en el pecho) y escenas grabadas de batallas y ofrendas a dioses.
En las escenas de guerra de este primer patio se puede ver el botín, junto con las manos (y a veces falos) que los soldados del faraón solían cortar a los cadáveres de los enemigos vencidos.
A la izquierda del patio, está también la “ventana de las apariciones”, que se comunicaba con el palacio real situado en el exterior.
Cruzando el segundo pilono llegamos al segundo patio, o patio de las fiestas, con pilares osiríacos en dos lados y columnas papiriformes en los otros dos. Aquí cambia el tema de los relieves, que en este patio tienen contenidos religiosos.
El pórtico da acceso a la gran sala hipóstila, de la que sólo quedan las bases de las columnas. A la izquierda de esta sala estaban las cámaras del tesoro real y a la derecha había pequeñas capillas dedicadas a divinidades.
A continuación aparece la segunda sala hipóstila rodeada también de capillas y la tercera sala hipóstila, semejante a la anterior.
Pero, sin dudar, lo mejor del templo son los restos de policromía que quedan sobre todo en el pórtico del segundo patio. Representan las ofrendas del rey a distintos dioses, además de mostrar relieves de los hijos de Ramsés III y exaltar el poder real.
Esos vivos colores, rojos, azules, amarillos, te daban una preciosa idea de lo que había sido el templo en sus orígenes.
Había valido la pena conocer Medinet Habu.