Es la región más occidental de Francia y se le llama también península armoricana o Armórica (¿recordáis?, era donde estaba la aldea de Asterix y Obelix).
La parte marítima es la zona de las tempestades, vientos y marejadas; así como de los puertos, las islas, las calas y las playas y está rodeada por el mar de la Mancha y por el Océano Atlántico.
Las mareas bretonas son espectaculares. Cada 6 horas el mar se mueve al ritmo de la luna y la distancia del mar entre la marea baja y la alta puede ser de más de 100 metros. Aunque también hay mareas en España, no son tan grandes como las de Bretaña. En el pasado se usaron incluso molinos de marea, que molían el grano usando la energía de las propias mareas.
Bretaña tierra adentro está llena de mitos y leyendas, ríos y canales. Tiene su propia lengua y sus costumbres, que están emparentadas con las otras regiones celtas como la gallega.
El bretón es una lengua celta de la familia indo-europea que trajeron los celtas en su emigración en el siglo V desde las islas británicas (Gales, Cornualles...). Durante la III República se prohibió pero actualmente vuelven a surgir escuelas que enseñan bretón y hay unas 250.000 personas que la hablan comúnmente.
En la gastronomía son famosas sus crepes, tortas y pasteles, su sidra, su cerveza y su marisco.
Hay que distinguir las crepes, hechas con harina de trigo candeal normalmente dulces y las galettes, con trigo negro y generalmente saladas.
Entre los dulces típicos están el far bretón, una especie de pastel hecho con harina de trigo, azúcar, huevos, leche, mantequilla y ciruelas pasas; y el kouign-amann, (pastel de mantequilla en bretón), una masa con levadura y mantequilla salada como base.
La mantequilla salada es típica también de la región ya que los pastos están al borde del mar y la leche y la carne de los animales mantienen el sabor salado del agua marina.
