Este día nos tocaba dirigirnos hacia el sur. Conseguimos salir del barrio por el sitio adecuado y coger la carretera principal que nos llevaría en dirección al aeropuerto y luego hacia la gruta Azul.
Esta vez no nos perdimos ninguna vez y ya pensábamos que le habíamos cogido el tranquillo a las carreteras maltesas... luego nos dimos cuenta de que no era exactamente así.
En poco tiempo llegamos al pueblo de Zurrieq, en cuya costa está la Gruta Azul, un enorme arco natural en los acantilados. Un barco te lleva a recorrerlo y a ver las 7 cuevas de la zona, entre ellas la de la luna de miel, la del reflejo y la del gato.
El mar estaba un poco revuelto y el barquito se movía un montón, pero finalmente lo vimos todo y no sufrimos ningún accidente.
Los que llevan los barcos son marineros que conocen bien el estado del mar y no salen si hay algún tipo de peligro. De hecho, algunos compañeros de viaje intentaron visitar la gruta otro día y no pudieron verla por el mal tiempo...
