Aunque tomamos bien la carretera, en algún desvió nos debimos de equivocar porque en vez de ir hacia el sureste, fuimos directamente hacia el sur.
Lo bueno es que en Malta aunque des más vuelta de la que deberías, al final, como mucho tardas un cuarto de hora más de lo que hubieras tardado si hubieras ido recto.
Así que antes de la hora de comer ya estábamos en Marsaxlokk.
Hacía muy buen tiempo y el mercado que hay todos los domingos estaba muy animado.
También los restaurantes estaban a tope. Intentamos entrar en Ir-Rizzu, el mejor según la guía, pero no había sitio. Sin embargo en el también recomendado, La Campanna, nos dijeron que si esperábamos un poco se quedaría una mesa libre.
Esperamos más de lo que nos habían dicho, pero finalmente comimos bien. Justo una parrillada de pescado y yo un arroz negro.
Salimos a dar un paseo por el puerto y a ver el mercado en el que había de todo. Pudimos ver de cerca los diferentes pescados de la zona; comprar algo de artesanía para llevar a casa; y aprovisionarnos de tomates secos para hacer diferente alguna comida a nuestro regreso.
Y una vez dada la vuelta por el pueblo decidimos volver hacia el hotel.
Como íbamos bien de tiempo hicimos una última parada en La Valletta. Esta vez la ciudad estaba muy tranquila. Quizá era porque era domingo o quizá por que los circuitos turísticos no hacían ese día parada allí. Disfrutamos de nuevo de la vista desde los jardines de la Barrakka superior, dimos un paseo por las preciosas calles y conseguimos ver el interior de la catedral que nos habíamos perdido en nuestra primera visita.
Nuestro recorrido por Malta había terminado.