La segunda noche cenamos comida maltesa en La Maltija. El restaurante venía recomendado en las guías y aunque había cola para entrar decidimos esperar. Fuera, en una especie de mostrador tienen expuestos los pescados frescos del día para que el cliente (en este caso nosotros) elija lo que más le apetezca.
Nos pusieron el entrante típico de Hobz biz-zejt y pan con mantequilla y pedimos como primero queso frito, parecido al provolone de los restaurantes italianos.
De segundo yo me decidí a probar el conejo, que es uno de los platos típico malteses; y Justo insistió con el pescado. Esta vez creemos que era algo parecido al besugo, y, aunque fue un poco caro, estaba rico.
Después de la cena nos dimos un paseo por el casino y enseguida volvimos al hotel a descansar.