Desde la puerta de la ciudad nos dirigimos al bastión de los Caballeros de San Juan, que es actualmente la embajada de la Orden de San Juan en Malta.
Vimos entrar en el bastión a un hombre con un perrito y nos acercamos a preguntarle si se podía visitar.
Nos dijo que allí no había nada que ver, que si no estábamos interesados en la historia no valía la pena la visita.
Le dijimos que sí que estábamos interesados en la historia y parece que eso era lo que estaba esperando. Inmediatamente, sacó una foto de una especie de arcón y procedió a explicarnos la historia de las fortificaciones de La Valletta.
Para entender el diseño de las fortificaciones, hay que hacerse a la idea de dónde está situada La Valletta. Se trata de una península de forma más o menos rectangular rodeada de mar por todos sus lados excepto por el que le une a tierra.
Para construir las fortificaciones de La Valletta hubo que rebajar la colina que constituía esta península. Los bastiones se construyeron excavando en la misma roca, que se usó también en los revestimientos de los edificios. Por eso, los bastiones son enormes desde fuera, pero una vez dentro hay poco espacio en su interior. O sea, se excavó lo mínimo necesario en el interior para poder usarlo defensivamente.
El bastión de St John, en el que nos encontrábamos, es gemelo del bastión de St James, y juntos defendían La Valletta de un ataque por tierra o desde dentro de los puertos.
Las fortificaciones exteriores, se diseñaron en líneas quebradas y no en una línea recta para impedir la visibilidad de los enemigos entre un puerto y el otro; para no dejar ver a los atacantes la flota de los caballeros; y para poder defender mejor toda la extensión de los puertos y la ciudad ante un ataque.
La única entrada por tierra a La Valletta era un puente. Ante un ataque el puente se levantaba y la ciudad se convertía en inexpugnable.
Las banderas del hall de entrada al bastión corresponden a las 8 lenguas de la orden: inglés (Inglaterra); italiano (Italia); francés, provenzal y auvernés (Francia); aragonés y castellano-leonés-portugués (España); y alemán (Alemania); que estaban representadas en la famosa cruz de ocho puntas de los caballeros de San Juan.
Mientras estábamos admirando el hall llegó un hombre de pelo cano que estuvo hablando un rato con nuestro “guía”. Una vez el hombre se fue, nuestro guía nos dijo que se trataba del actual Gran Maestre de la Orden de San Juan. Así, vestido de calle, nunca nos lo hubiéramos imaginado. Luego, consultando en Internet, he visto una foto del Gran Maestre y, es posible que se trate de la persona que vimos allí, pero la verdad es que no estoy muy segura. ¿Sería cierto o no?.
Nuestro guía nos siguió enseñando el edificio. Al final del hall de entrada hay una pequeña capilla a la izquierda, con un gran tapiz. Este tapiz tapa una rampa que comunicaba este bastión con el de St. James y que servía para trasladar los cañones de un bastión a otro, dependiendo desde dónde viniera el ataque.
Los cañones en cada bastión tenían una posición fija, así que si el enemigo venía de un lado en el que el bastión no tenía alcance, los cañones se trasladaban con caballos al otro bastión para apoyarle en la defensa.
Subimos las escaleras que hay al final del hall y llegamos a un gran salón que servía de dormitorio y comedor a los soldados que servían aquí. Esta guarnición se componía de 200 soldados y era relevada cada 7 días. Esto se hacía porque cada lengua de la orden tenía su propio bastión a defender en la ciudad y a su vez se tenían que turnar en los bastiones de St John y St James.
Al parecer, los soldados no dormían ni en camas ni en el suelo, sino contra las paredes. Mirando hacia arriba se pueden ver los inicios de las vigas de madera que debían sostener a los soldados. Estos no se caían al suelo porque las paredes no eran perpendiculares al suelo, sino que estaban curvadas de manera que la ley de la gravedad les empujaba hacia la pared. Bien pensado ¿no?.
Como decía nuestro guía estas personas no tendrían grandes maquinarias, pero tenían cerebro. Bueno, y esclavos que hicieron el trabajo duro de la construcción...
La sala está adornada con los escudos de todos los grandes maestres de la orden desde que llegaron a Malta hasta el actual, al que habíamos conocido de vista.
Seguimos andando por un pasillo que nos llevó a una rampa por la que se llegaba a la parte superior del bastión. Allí se situaban los cañones, que eran subidos por caballos. Esta rampa era sólo para los caballos, los soldados subían por un hueco que había en el techo del primer tramo de la rampa, y también subían por ahí, con poleas, las municiones desde la ventana que da a la calle.
La rampa no sigue una línea recta sino que va haciendo como descansillos y cambios de dirección. Esto es porque en el caso de que hubiera algún accidente y los cañones se descolgaran, era más fácil detenerlos antes de que llegaran hasta abajo del todo.
También había una razón estratégica, ya que los soldados siempre podían protegerse ante el enemigo en los distintos rincones de la rampa. Vinieran de donde vinieran.
En la parte inferior de la rampa estaban situados los establos.
La puerta posterior del bastión, a la que da la rampa, es la original de 1500. Es de madera irlandesa y es tan resistente porque estuvo sumergida en agua para fortalecerla. Está pintada pero sin la pintura aparecería su color negro original.
Volviendo al dormitorio por el pasillo, nuestro guía nos enseñó otra cosa curiosa. En el pasillo hay dos aberturas, una a cada lado. Se trata de dos pasadizos de huida, el de la derecha iba hacia el fuerte St Elmo por si era necesario escapar por mar, y el de la izquierda hacia Floriana por si había que huir por tierra.
Son dos huecos pequeños que pasaban fácilmente inadvertidos ante el enemigo. Además estaban tapados con una piedra que imitaba las de la pared, con lo cual no se notaba ninguna diferencia. Aunque el hueco era estrecho, una vez dentro el pasadizo era bastante amplio, tanto como el pasillo en el que nos encontrábamos.
En el caso de que alguien encontrara el inicio del pasadizo por St Elmo o por Floriana, era muy sencillo defenderlo desde el bastión, ya que sólo podía salir una persona cada vez. O sea, que con dos soldados vigilando las entradas era más que suficiente.
Para acabar, nuestro guía nos mostró la dirección de la Orden de San Juan en España. Es curioso que una organización tan antigua perviva hoy en día, auque actualmente sea una ONG más.
Nos encantó la visita, nuestro anfitrión se despidió de nosotros dándonos la mano y aceptó la propina que estuvimos encantados de darle. Había valido la pena.
http://www.orderofmalta.org/index.asp?idlingua=4