Una vez se acabó, por el momento, la ronda de preguntas a El Arbi, nos dirigimos hacia una farmacia situada en el nº 78 de la calle Bis Derb N’khel Rahba Lakdima, cercana a los zocos de Marrakech.
Allí vendían especias, aceites, cremas hidratantes...
Como cosas típicas de Marruecos nos mostraron por un lado el ras-el-hanout (patrón de la casa), una mezcla de 3 especias para aderezar carne, verduras y el famoso cuscús; y por otro lado el aceite de argán.
El argán es un árbol de 8-10 metros de alto con el tronco espinoso y un fruto semejante a la aceituna aunque más grande. Es una especie endémica de Marruecos, cultivada sobre todo en la región de Essauira, en las llanuras al pie de las montañas del Alto Atlas oriental y Anti Atlas.
Para recolectar sus frutos usan a cabras que se suben al espinoso tronco y se comen sus amargos frutos, de los que luego escupen la nuez dura.
Las nueces se parten para sacar la semilla, una especie de almendra de la que se saca el aceite en un proceso manual muy laborioso. Hacen falta 100 kg. de frutos y 10 horas de trabajo para conseguir 1 solo litro del aceite.
Este aceite, aunque también se usa para cocinar, es utilizado cada vez más en cosmética. Muchas marcas europeas de cosmética usan en sus productos el aceite de argán.
(Más información en: http://www.ecoaldea.com/articulos/aceite_argan.htm)
Aparte de explicarnos la utilidad de las diferentes especias, cremas y aceites, en Epices Avenzoar también te daban masajes de 5 minutos por unos 50 dirhams (5 €). El masaje era allí mismo, en la misma sala en la que te daban las explicaciones, y resultaba un poco extraño, sobre todo por la falta de intimidad. Nosotros no nos dimos el masaje aunque unos cuantos del grupo sí que se decidieron y no les fue mal... sólo se quedaron un poco pringosos después...
Una vez acabaron de contarnos para que servían todas las especias, las cremas, los aceites... llegó la hora de las compras.
Nosotros nos llevamos ras-el-hanout para aderezar el cuscús; una mezcla de especias para el pescado; azafrán en rama; crema hidratante de rosa; aceite de argán muy bueno para la piel y para evitar la caída del pelo; aceite para masajes; y una crema anti manchas para la cara.
No está mal, ¿no?. Normalmente nosotros no compramos muchas cosas cuando salimos de viaje, pero esta vez nos habíamos desbocado...
Lo gracioso vino después...
Por hacer una compra de más de 50€ nos regalaban otra crema que podíamos elegir, así que pedimos otra crema hidratante a las almendras amargas. Ya nos íbamos cuando la persona que nos había dado el regalo nos dijo que nos tocaba un regalo más. Le dijimos que no, que ya lo habíamos cogido, pero él insistió en que éramos dos y que nos faltaba un regalo, así que elegimos contentos otra crema.. cuando, a continuación, esta persona nos reclamó “un regalo” para él.
Vamos, que el “regalo” que nos había hecho no era gratis. Le dimos unas monedas y una vez más nos maravillamos de los trapicheos que se trae la gente.
En Egipto nos había pasado algo parecido. Estábamos comprando algo y regateábamos con el vendedor. Una vez nos pusimos de acuerdo en el precio el vendedor reclamó una propina para él por la rebaja que nos había hecho. Ahí sí que no le dimos nada porque pensamos que qué clase de rebaja era esa por la que nos cobraban luego.
Aunque esto era parecido. Nos habían dado un regalo por el que habíamos pagado, aunque fuera poco...