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Marrakech

Palacio Bahia

Palacio BahiaPalacio BahiaNuestra siguiente parada fue el Palacio Bahia. Esta casa fue construida a finales del siglo XIX por orden de Ba Ahmed, un gran visir de los sultanes Mulay Hassan y Mulay Abd el-Aziz.

El palacio está en una sola planta porque su dueño tenía dificultad para moverse por su obesidad y poca altura, (le llamaban “el tronco”), y en su adorno participaron durante 7 años un millar de artesanos de Fez que utilizaron estucos, escayolas, maderas y zel-ligs (azulejos).

Durante el protectorado francés se convirtió en la residencia del general Lyautey.

Del palacio están abiertos al público las habitaciones de la favorita; la sala del consejo decorada con azulejos y con techo de madera de cedro pintada; y el patio de armas enlosado de mármol y adornado con azulejos y estanques con surtidores de agua.

Está rodeado por un jardín de 8 ha. y tiene varios patios. Los patios con flores se reservaban a las cuatro mujeres y 24 concubinas que tenía Ba Ahmed. ¡Vaya con Ba Ahmed!.

Palacio BahiaPalacio BahiaEn el primer patio que vimos del palacio, El Arbi nos mostró una puerta que ilustraba la expresión española “abrir las puertas de par en par”, porque, efectivamente, constaba de dos hojas en cada lado.

Pasamos por las diferentes salas y patios admirando la maravillosa decoración. El palacio era precioso.

Poco antes de acabar nuestra visita, alguien le preguntó a El Arbi sobre la situación de las mujeres en Marruecos. Él contestó que en Marruecos hay libertad para las mujeres, y que si llevan el velo es porque quieren hacerlo.

También nos dijo que las mujeres musulmanas, en algunas cuestiones son más libres que las no musulmanas. Por ejemplo, el divorcio se concedió a las mujeres musulmanas antes de a las cristianas.

Palacio BahiaPalacio BahiaCuando se comentó que el velo y la ropa que vestían las musulmanas debían de ser muy incómodos con el calor, El Arbi nos explicó que no era así, que precisamente esa ropa protege del sol y del calor sofocante.

También nos contó que, cambiando de tema, el único problema con la circuncisión es que a veces no se hace con las garantías sanitarias suficientes, pero, por el resto, es simplemente una tradición que, además, no todos siguen practicando.

El Arbi contestaba a todas las preguntas sin molestarse en ningún momento. Supongo que estaba acostumbrado a tratar con turistas curiosos, pero yo hubiera entendido que se enfadara. Muchas veces este tipo de preguntas se hacen con cierta prepotencia que, verdaderamente, a mí me molestaría si estuviera en su lugar.

Así que, aunque en muchas cosas no estaba de acuerdo con él, para mí es admirable que siempre fuera capaz de dialogar y en ningún momento perdiera el buen humor al contestar... a pesar de que casi todas las preguntas que se le hacían eran bastante polémicas.


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