De allí fuimos a la famosa mezquita de Hassan II.
La idea de Hassan II era construir una mezquita en el extremo oeste del mundo musulmán como un importante símbolo del Islam.
Empezó a levantarse en 1980, sobre el mismo lugar en el que había estado una mezquita del siglo XII, y se inauguró en 1993, siendo financiada en gran parte por suscripción nacional. Costó aproximadamente unos 505 millones de Euros.
Su diseñador fue el arquitecto francés Michel Pinseau y en su construcción participaron 35.000 obreros y 6.000 artesanos marroquíes que utilizaron mármol, granito, madera, mosaicos y escayola para embellecerla.
Sus dimensiones son enormes: el conjunto, que dispone además de la mezquita, de biblioteca, museo y escuelas coránicas, tiene una superficie total de 20.000 m2; el minarete tiene una altura de 200 metros y en lo más alto, un rayo láser indica la dirección de la Meca; la sala de oración tiene espacio para 25.000 fieles; y en su explanada pueden reunirse hasta 80.000 personas.
Es la segunda mezquita más grande del mundo después de la de La Meca y para su construcción y accesos se tuvieron que derribar casas de los barrios vecinos.
No podíamos acercarnos mucho porque era la hora de la oración y tampoco podíamos visitarla porque hasta las 14h no estaba abierta a los turistas. Así que tuvimos que conformarnos con intentar esquivar a los guardias para acercarnos lo más posible.
Una pena que no hubiéramos podido ver su interior. A pesar de que hay visitas guiadas a las 9, 10, 11 y 14h, en el circuito no estaban incluidas. Sin embargo creo que es un fallo del circuito, hay muy pocos edificios religiosos en Marruecos que se puedan visitar y este, que sí se podía, no estaba incluido en el recorrido.
Así que tuvimos que disfrutar únicamente de su exterior, que, sólo desde fuera, ya era una maravilla.