Comimos en un restaurante de comida marroquí, un antiguo palacio que está en el número 1 de la calle Derb El Hajra, en Derb Dabachi, no muy lejos de Yema el-Fna.
La comida consistió, como la mayoría que íbamos a disfrutar en adelante, en ensalada de verduras y tahine o tajine.
El tahine es el nombre de un recipiente de barro con tapa de forma cónica en el que se sirven los platos, que suelen consistir en cuscús acompañado de verduras, carne o pollo.
El cuscús es sémola de trigo, algo parecido a nuestra sopa de lluvia que acompaña a casi todos los platos.
La comida estaba buena y además estuvo acompañada de música y danza en el precioso salón.
Al acabar de comer El Arbi nos propuso que volviéramos al hotel y todos accedimos. Hacía muchísimo calor y en la plaza Yema el-Fna no había empezado aún el “jaleillo”. No nos podíamos imaginar vagando por esas calles aplanados por el sol.
Aunque, quizá si El Arbi nos hubiera dado otra alternativa, como la de visitar la madrasa Ben Yusef, un sitio fresco y agradable, también la hubiéramos aceptado.
Pero no tuvimos esa opción y todos aceptamos tomarnos ese descanso para volver cuando hubiera bajado un poco el sol.
