Después del descanso, volvimos a la plaza y El Arbi nos dio tiempo libre para que paseáramos por ella.
Esta plaza se ha convertido en el corazón de la ciudad, sobre todo por la noche. Aquí están los puestos de vendedores de zumo o de pinchos morunos y se reúnen los domadores de serpientes, los barberos, los músicos, los malabaristas, los tatuadores de henna...
Todo muy pintoresco... pero que no se te ocurra hacer una foto porque enseguida vienen a pedirte dinero.
Enseguida empezamos a sentirnos agobiados por nuestra condición de turistas. Nos ofrecían de todo pero nosotros no teníamos intención de comprar nada.
Una chica nos ofreció el típico tatuaje de henna en la mano pero no aceptamos su oferta. Ella nos siguió e insistió: "tú, ojos como bereber, tú, guapa, yo regalo" y me agarró la mano y empezó a pintármela. Además insistió en que le hiciéramos fotos.
Justo y yo nos mirábamos pensando en qué le daríamos a cambio. Los dos teníamos en la cabeza darle alguna moneda a cambio del “regalo”.
Empezábamos a darnos cuenta de que en Marruecos la palabra regalo tiene un significado muy distinto, pero no nos imaginábamos cuanto.
Cuando acabó de pintarme la mano con la henna, nos pidió a cambio ¡¡¡25 €!!!. Yo le recordé que había dicho que era un regalo y ella señaló su vientre de embarazada y dijo “niños pequeños no puedo hacer regalo”.
Como veía que no cedíamos llamó a una amiga que empezó también a presionarnos. Decía que sólo la foto ya costaba eso, que le pagáramos que era el precio correcto.
Justo se negaba y yo ya no sabía que pensar. ¿Sería verdad que costaba eso?. La situación se ponía un poco violenta y nos daba la impresión de que si no salíamos de allí nos iban a empezar a rodear más personas para que pagáramos.
Yo pensé que lo mejor era darle el dinero e irnos rápido de allí, así que empecé a sacar mi monedero para dárselo, pero Justo se negó a ceder. Finalmente Justo le dio 12€, a pesar de las protestas y nos fuimos enseguida de allí.
Nos quedó en el cuerpo una sensación de inseguridad y a mi la duda de lo que realmente costaría el tatuaje de henna.
En nuestro último día en Marrakech estuvimos en un centro artesanal, L’emsembre artisanal, en la avenida Mohammed V, cerca de la Kutubia. Allí leímos un cartel que ponía “Tatuajes de henna en las manos 5 €”. ¡5 €! y la chica nos pedía ¡25€!.
Estos son los detalles que no me gustaron nada de Marruecos: el deporte nacional de caza y captura del turista. Yo entiendo que suban los precios para nosotros, pero que te estafen ya no me parece tan bien, y además haciéndote sentir mal e inseguro.
Mi impresión es que se está dando con eso una imagen negativa del país que no le beneficia... y me parece una lástima.
Después de la anécdota de la henna, subimos, como todos los turistas, a la terraza de uno de los bares que hay en la plaza, en este caso el Glacier. Desde allí se podían hacer fotos sin que nadie te pidiera dinero.
La desventaja es que no participas en el ambiente. Sólo lo ves desde lejos...
Después de cenar en el hotel salimos a una terraza en la Avenida Mohammed VI, enfrente del hotel Ryad Mogador Menara, con El Arbi y algunos de nuestros compañeros de viaje.
Estuvimos bastante tiempo tomándonos nuestros helados y tés y charlando animadamente. Precisamente, lo que hacen muchos marroquíes para distraerse.
El Arbi nos contó un poco de su ajetreada vida, desde el tiempo que pasó en la India como un hippie; pasando por la época en la que vivió en Irak; hasta sus años en Madrid. Nos contó que había hecho todo tipo de excesos y ahora era su tiempo para la contención y el cumplimiento de las normas musulmanas.
Y, por muchas tentaciones que tuviera, parece que lo tenía muy claro.
Al final se nos hizo un poco tarde y volvimos al hotel a descansar. Al día siguiente nos esperaba el largo viaje hacia Fez.