Nuestra siguiente parada fue en un telar y esta vez Sabah nos hizo ponernos a todos, sin excepción, pañuelos en la cabeza. Hasta ella misma se lo puso. Nadie consiguió negarse y estamos todos muy graciosos en las fotos.
Del telar nos llevamos un par de pañuelos y una preciosa colcha hecha con seda de cactus y lana.
Aquí no hubo regateo. Los precios que nos daban eran los definitivos. Era precio de fábrica.
Y esta fue nuestra última visita en la medina. Salimos por Derb Oued Zhoun, para volver hacia al coche y despedirnos de Abdul, que había estado cargando con nuestras compras y había estado vigilándonos para que no nos perdiéramos. Se merecía una propina, ¿no?.