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Introducción

Desde que nuestros amigos nos hicieron el regalo del circuito Dinastías Marroquíes por nuestro reciente registro como pareja de hecho, Justo y yo nos pusimos a documentarnos sobre Marruecos y lo que íbamos a visitar.

Según íbamos leyendo libros, revistas, folletos, nos iba interesando cada vez más.

Una vez en Marruecos volvimos a reencontrarnos con los mercados árabes que ya habíamos visto en Egipto, Jordania y Siria, tan llenos de colorido y movimiento; visitamos preciosos palacios y museos adornados con mármol, estuco o madera labrada; entramos en tranquilas madrasas y mausoleos; paseamos por medinas que son auténticos laberintos medievales; conocimos artesanía como la marroquinería, la alpaca, las alfombras, los telares, la cerámica...; visitamos jardines paradisíacos; y recorrimos las partes más modernas de las ciudades, con sus anchas avenidas, sus fuentes y sus jardines.

Además nos hubiera gustado realizar una visita más completa por Rabat y Casablanca; el desierto; las montañas del Atlas; o las Kasbahs... porque nos faltaron muchas cosas por descubrir en Marruecos.

Como partes negativas no pudimos entrar prácticamente en ninguna de sus mezquitas ni otros edificios religiosos, y nos sentimos muy acosados, a veces estafados, e incluso rechazados como turistas.

En conclusión nos hemos llevado una impresión agridulce de este joven país lleno de fuerza y empuje que parece tan cerrado al contacto con los extranjeros.

No puedo acabar la introducción sin agradecer a Sabah, nuestra guía en Fez, toda la ayuda que me ha prestado en la reconstrucción de nuestra visita a su ciudad. Ha sido muy paciente y muy atenta. ¡Muchas gracias Sabah!.

Rosa Gómez González

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