Fuimos obedientemente puntuales como Gianni había recomendado y nos dirigimos en nuestro autobús “La flecha del Sur” hacia “su majestad el Etna”.
Gianni nos explicó que el humo blanco es signo de actividad volcánica normal, mientras que el humo negro es síntoma de alguna explosión. Sin embargo, en alguna guía, he leído que el humo negro se ve como una buena señal mientras que el blanco significa un mal augurio. ¿Quién tendrá razón?.
El Etna nació hace unos 500.000 años en la zona de Aci Castelo, en la costa cerca de Catania, donde se ha encontrado la lava más antigua. Se formó por una falla entre la península italiana y la isla que provoca también terremotos.
Hay una leyenda que dice que un pescador siciliano, un tal Colagianni (o algo así le entendí a Gianni), vio que la isla se hundía y se sumergió para sujetarla. A veces se cansa y se le cae de un lado y por eso periódicamente hay temblores.
Las erupciones del Etna se suceden cada 5 o 10 años y la última ocurrió en el 2004. La más catastrófica fue la de 1669 que sepultó Catania.
Antes de cada erupción se notan micro temblores y un aumento de la temperatura. Estos síntomas funcionan como avisos, pero lo que no se sabe es dónde se van a abrir las bocas nuevas. Si están en las zonas más altas no suele ser peligroso, pero si las bocas son laterales y a menor altura pueden destruir infraestructuras.
La lava puede tener una velocidad desde 40 Km./hora hasta 100 m./día.
Los sicilianos llaman al Etna el gigante bueno, se come las cosas pero no mata a las personas.
La lava se usa para la construcción, aunque cada vez menos porque tiene un mayor coste de mano de obra. Por otro lado es más dura y mantiene la temperatura dentro de las casas. También se usa para hacer figuritas para los turistas.
Hacen falta 50 años para que sobre la lava crezca musgo y líquenes, 100 años para que salga retama y otras plantas con raíz fuerte y siglos para que sea fértil.
Las laderas de las cotas más bajas del Etna, por debajo de los 1000 m., son muy fértiles y están llenas de olivos, viñas, naranjos y almendros. Más arriba hay hayas, castaños, abedules, encinas, alcornoques, álamos y pinos.
Por último, en las cotas más altas sólo quedan los líquenes, la manzanilla o el lirio del Etna. Entre los animales que viven en el Etna destacan los gatos monteses, los zorros y la perdiz siciliana.