En esta ocasión nuestra guía fue María Ruiz una señora muy agradable a la que conocían en todos los sitios a los que iba. Todo el mundo la saludaba con respeto: “buenos días profesora”, “hasta luego profesora”, “muchas gracias profesora”.
No sé si se llevaba comisión de los libros que vendía, pero desde luego los dueños de los puestos hacían negocio con ella, porque, para explicarnos cosas, nos enseñaba las ilustraciones de preciosos libros. A nosotros los turistas, que somos tan fáciles de convencer, nos entraban unas ganas irrefrenables de poseerlos y siempre había un amable vendedor para proporcionárnoslos. No recuerdo a nadie del grupo que no se comprara al menos un libro.
¡No me extraña que la quisieran tanto!.
Bueno, nuestro recorrido por Palermo empezó en el palacio de los Normandos (Palazzo dei Normanni), construido sobre un palacio árabe del siglo IX, que a su vez debió edificarse sobre fortificaciones púnicas y romanas.
Los normandos ampliaron el anterior palacio, lo embellecieron gracias a artistas árabes y bizantinos y lo convirtieron en residencia de los reyes de Sicilia.
Con el declive de la dinastía sueva fue abandonado hasta que, a partir del siglo XVI, con el dominio español, se restauró y se convirtió de nuevo en residencia del virrey.
De la época normanda queda, a la derecha de la entrada principal (a la izquierda de la entrada para los turistas), la Torre Pisana, hoy sede del observatorio astronómico; además de la cámara del tesoro; las mazmorras; la sala de los armeros; y la sala de Roger, decorada con mosaicos. Esta sala y otras como la sala roja, la del Virrey o el salón de Hércules, forman parte de la Asamblea Regional de Sicilia, esto es, el parlamento de la isla.
Nosotros comenzamos la visita por el patio Maqueda, que toma su nombre de un antiguo virrey, y que está decorado con arcos superpuestos, pórticos, columnas con capiteles labrados y preciosos mosaicos en la parte alta de sus paredes.
Por el patio entramos a la maravillosa capilla palatina (Cappella Palatina) que empezó a construirse en 1130, el año de la coronación de Roger II como rey de Sicilia, y se acabó en 1143.
Los maravillosos mosaicos de la cúpula representando a Cristo Pantocrátor franqueado por un cortejo de ángeles y por los 4 evangelistas, y los que adornan el crucero, las naves y las columnas llaman enseguida la atención.
Su techo de madera es típicamente árabe, aunque representa figuras humanas en escenas de la vida cotidiana, una innovación persa que no era aceptada por todas las escuelas artísticas del siglo XII, pero sí en la de Palermo. Algunas zonas están también adornadas con formas de estalactitas. El techo estaba tapado y sólo pudimos ver una pequeña parte.
Nuestra guía también nos hizo fijarnos en el “candelabro” de piedra, una preciosa escultura en espiral con más de 100 figuras coronadas por Cristo sosteniendo los evangelios.