Estábamos en la Piazza Vittorio Emanuele II y torcimos a la izquierda por la Via Teatro Greco.
Subimos la calle corriendo intentando alcanzar a Gianni. Según él tenía que ir así de rápido porque sino no llegábamos nunca y el tiempo es oro. Está claro que llevar a 53 personas es difícil, pero nos llevaba a matacaballo. No había quién le pillara.
El teatro de Taormina es su monumento más importante. Con sus 109 metros de diámetro es el mayor de Sicilia, después del de Siracusa y su fecha de construcción se estima hacia el III a.C. Igual que el de Siracusa, está orientado hacia el sur.
En la época romana, siglos I a III d.C., sufrió algunas transformaciones: la orquesta destinada a la representación de comedias y tragedias, de la época griega se transformó en arena para los torneos de gladiadores en la época romana; los primeros escalones de la cávea (las gradas) se eliminaron para proteger a los espectadores, de los animales salvajes o las luchas que se sucedían en la arena; se creó un pasillo semicircular en torno a la orquesta y bajo la cávea para los animales; y se eliminaron las entradas laterales.
El teatro se sigue usando en la actualidad y para eso le han añadido unas gradas de plástico para que se sienten los espectadores. Deben ser cómodas, pero estéticamente quedan fatal. Si hubieran usado un color más cercano a la piedra supongo que habría quedado mejor.
Las vistas desde el teatro son preciosas. De la costa se ve desde el cabo Sant Alessio (donde estaba nuestro hotel) hasta el cabo Schiso, pasando por las playas de Letojanni, Spisone, Mazzarò, Isola Bella y Giardinni Naxos. En la montaña se divisa el pueblo de Castelmola, que fue plaza fuerte de Taormina, y el Etna.
El día que estuvimos en Taormina, el Etna sólo se adivinaba porque no estaba muy despejado. Aún así la vista era estupenda.