El Bazar de las Especias

Era nuestro último día en Estambul y lo dedicamos sobre todo a hacer las compras.

Nos dirigimos a Eminönü y paseamos por la zona viendo a la gente que pescaba desde el puente y contemplando las maravillosas vistas.

Bazar de las Especias Entramos a conocer el Bazar de las especias (Misir çarsisi). Es mucho más pequeño que el Gran Bazar, pero es igual de interesante. En una tienda nos hablaron en perfecto español y nos ofrecieron un té y ya nos quedamos allí para comprar delicias turcas, té de manzana (¡cómo no!) y especias para hacer regalos.

Este mercado también se llama Bazar Egipcio porque antiguamente se dotaba con los tributos pagados por Egipto. Hay una parte en la que venden plantas y animales, es muy curiosa.

Mezquita Rüstem Pacha

Mezquita Rustem De allí, aunque nos costó encontrar la entrada, fuimos a la mezquita de Rüstem Pacha, la que es famosa por su decoración de azulejos. La fama la tenía merecida porque era una preciosidad. El arquitecto de esta mezquita fue, una vez más, Sinán. Fue erigida en 1561 por Rüstem Pacha, gran visir de Solimán el Magnífico y esposo de su única hija Mihrimah.

Estuvimos un rato allí, aunque a mi no me hubiera importado quedarme un poco más (es que me estaba integrando perfectamente con el entorno) y nos volvimos al hotel a dejar las compras.

Mezquita de Bayaceto

Cuando fuimos a la mezquita de Bayaceto II (Beyazit Camii), que nos quedaba al lado del hotel, otra vez nos encontramos que era hora de la oración. Pero como Ercan nos había dicho que no había problema si íbamos solos, entramos. También era muy bonita y pudimos observar a la gente orando. Yo me quedé sentada en un rincón y Justo pudo grabar todo lo que quiso.

Mezquita Beyacit

Esta mezquita fue construida entre 1501 y 1506. Es la más antigua de las que se pueden ver en Estambul y marca el comienzo de la arquitectura otomana clásica.

Las últimas compras

Comimos en un restaurante dentro dentro del Gran Bazar y como siempre todo estaba muy bueno.

Seguimos de compras y nos llevamos una bandeja con vasos para el té. El regateo fue reñido pero conseguimos un buen precio (o eso creo).

Un chico nos ofreció 10 postales a "20 duros". No tenía ninguna postal de recuerdo así que me acerqué a comprarlas, pero él nos dijo que esperáramos, que tenía libros sobre Estambul muy baratos. Justo (el experto) regateó con él, mientras el vendedor me decía: "tu marido mafioso" y a Justo le protestaba: "mucho morro, mafioso". Fue divertido y, naturalmente nos quedamos con el libro.

Nuestra última noche en Estambul

Cuando ya habíamos comprado lo que queríamos y nos habíamos cansado de dar vueltas por el Gran Bazar volvimos de nuevo al hotel, dejamos las cosas allí y nos acercamos en tranvía a la zona de Santa Sofía a dar un último paseo.

Volvimos a entrar en la Mezquita Azul y no entiendo como no me gustó la primera vez que la vi. Era una maravilla. Te atrapaba el azul de los azulejos y de las vidrieras. Vamos, que estoy unos días más y me convierto.

Fuimos por detrás de Santa Sofía porque nos habían contado que había una calle con casas de madera restauradas y con restaurantes agradables.

Paseamos por allí y entramos en un restaurante precioso para verlo por dentro. Por la pinta los precios debían ser prohibitivos.

Seguimos paseando y encontramos una zona llena de pubs y de restaurantes. Dimos alguna vuelta pero nos quedamos en un restaurante en el que nos habían ofrecido la carta en español y donde el camarero, muy simpático, hablaba español perfectamente.

Comimos fenomenal y disfrutamos de la compañía de otros muchos españoles que estaban cenando en el mismo sitio. Aquello parecía la casa española en Turquía. Además el restaurante estaba decorado con cuadros y carteles españoles.

De allí nos fuimos a un pub a tomarnos, yo mi último té de manzana y Justo su segundo y último raki.

Vamos que la última noche nos dejó un buen sabor de boca.



Atrás         Adelante

Para cualquier pregunta que quieras hacer o para dar tu opinión sobre este sitio web puedes escribir a:  .