Al lado del templo de Ramsés II, está el de su esposa Nefertari, también precioso.
Siendo un templo dedicado a Nefertari, en su fachada aparecen 4 imágenes de Ramsés y sólo 2 de su esposa. Sin embargo, nunca en el Egipto de los faraones, se había representado a la esposa de un rey en la fachada del templo y con las mismas dimensiones que las estatuas de su marido, así que tiene su importancia.
Según nos dijo Samir, el nombre de Nefertari significa "la bella que viene por el camino". También he encontrado un significado parecido, "la bella ha llegado", en alguna guía, pero Juan Velasco (http://www.textosjeroglificos.com/), nuestro compañero de grupo y experto en jeroglíficos, dice que es una traducción incorrecta que se ha ido repitiendo en diferentes libros.
La traducción correcta del nombre de Nefertari es "la bella con el bastón de mando" o "la bella con poder". Supongo que la confusión debe estar en el bastón, que unos han interpretado como el bastón del caminante, mientras que se refiere en realidad a un bastón que representa la autoridad.
Las seis esculturas de la fachada miden 6 metros de alto y en ellas, Nefertari está representada como la diosa Hator, con los cuernos de vaca, el disco solar y las dos plumas; y Ramsés luce diferentes coronas. A sus pies, grabados en la roca, están los 12 hijos de Ramsés y Nefertari.
En los seis pilares hatóricos del interior están grabadas las historias de Nefertari y Ramsés y sus paredes están decoradas con ofrendas y las escenas habituales de matanzas de prisioneros.
Pasada esta sala, en el vestíbulo, a la izquierda, hay un precioso relieve en el que Nefertari es coronada por Isis y Hator, las más bellas entre las bellas.
A parecer un grupo italiano examinó este relieve e identificó en él todos los rasgos de belleza femenina.
Al fondo está el santuario con la escultura muy deteriorada de Hator-Nefertari.
Nos hubiera gustado quedarnos un poco más de tiempo disfrutando de los preciosos relieves y de las impresionantes esculturas, pero nuestro avión se iba, y por motivos de seguridad no podíamos quedarnos más tiempo y coger un avión más tarde.
Una vez más la seguridad excesiva nos limitaba el placer de contemplar a gusto un monumento realmente impresionante.