Este fue el primer templo que visitamos en Egipto. Lo vimos de noche, dentro del espectáculo de Luz y Sonido.
Ver la sala hipóstila de las columnas, preciosamente iluminadas en la noche, nos dejó extasiados, pero al final, el frío y el cansancio del viaje, hicieron demasiado largo el espectáculo.
La visita a la luz del día nos gustó mucho más y pudimos verlo con todos los detalles.
En Karnak se veneraba a la trinidad tebana: Amón-Ra, su esposa Mut y su hijo Honsu.
Cuando Homero nombró las cien puertas de la ciudad de Tebas, debió referirse a sus cien templos con entradas monumentales.
Desde luego, Karnak contribuyó a esas cien puertas, ya que cada faraón, durante su reinado quería participar en el embellecimiento y en el engrandecimiento del templo y construía una nueva puerta al recinto.
Durante la XIX dinastía trabajaban aquí 81.000 personas entre sacerdotes, guardianes, obreros y campesinos. Además el templo recibía ingresos de las rentas de un gran número de tierras y mercados, además de recibir parte de los botines de las victorias militares de los faraones.