Anteriormente había en la entrada del templo dos obeliscos. Uno de ellos se lo regaló Mohammed Ali en 1830 a Carlos X, rey de Francia.
Para trasladar el obelisco de 230 toneladas hasta la plaza de la Concorde de París, dónde está actualmente, tuvieron que tirar varias casas de los alrededores y avanzar los 300 metros que separaban el obelisco del río; subir el obelisco a un barco de fondo plano que pudo remontar el Nilo; recorrer el Mediterráneo; rodear la península ibérica; remontar el Sena y llegar por fin a París. Se tardaron tres años en llevarlo y otros tres en levantarlo en su actual emplazamiento, pero por fin el 25 de octubre de 1836 se erigió el obelisco en la plaza de la Concorde.
Samir nos contó que a cambio del obelisco los franceses regalaron un reloj, que nunca llegó a funcionar. Este reloj sigue actualmente en su primitiva instalación, la mezquita de alabastro en El Cairo.