Una vez hechas las fotos pertinentes salimos de nuevo al “jaleillo” de la medina y torcimos a la derecha después de la madrasa pasando por lo que Sabah llamó “una agencia inmobiliaria marroquí”, que consistía en un cuartito con varias llaves colgadas en la pared donde se supone que se alquilaban o vendían casas.
No nos quedamos a informarnos sobre los precios y seguimos andando hasta encontrarnos con una calle perpendicular, la otra calle principal de Fez, la Talaa Seghrira por la que seguimos hacia la izquierda.
Pasamos por una zona en la que estaban labrando lápidas para tumbas y un amable artesano se dejó fotografiar y rodear por nuestro grupo.
Seguimos por la Talaa Seghrira dejando a un lado la torre azulada de una mezquita y una preciosa fuente decorada con azulejos.
En el número 35 de esta calle está la tienda de artesanía del metal, “L’art du bronze”. En ella entramos para conocer este precioso trabajo. Mohamed Guernani, el artesano que nos hizo la demostración, es nieto del artista que realizó el trabajo de bronce del Palacio Real de Fez y del Mausoleo de Mohamed V en Rabat.
En la tienda nos mostraron la diferencia que hay entre una tetera de latón con baño de plata o hecha de alpaca. Si usas una lima en la de latón enseguida se ve el color dorado del latón debajo del baño plateado. En los platos si golpeas uno de alpaca tiene un sonido como de campana mientras que si golpeas uno de latón suena a… latón.
Como cultura general, (yo no tenía ni idea cuando estuve allí), la alpaca es una aleación de cobre, níquel y cinc que tiene color, brillo y dureza semejantes a los de la plata, pero que no contiene plata.
Es un metal blanco muy brillante y las cosas que había en la tienda nos gustaron mucho, así que, después del previo regateo, compramos teteras y platos para los amigos que nos habían regalado nuestro viaje.
Mientras estábamos en la tienda hubo un malentendido entre Sabah, nuestra guía y una de las chicas de nuestro grupo. Sabah, bromeando, señaló un anillo de la chica y le dijo “¿regalo para mi?”. Simplemente estaba imitando la manera de actuar que ya habíamos visto en otras ocasiones en las que la palabra “regalo” tiene un significado muy distinto en Marruecos. La chica se lo tomó en serio y prácticamente pensó que Sabah le quería robar su anillo.
Cuando Sabah se dio cuenta del malentendido, se disculpó varias veces, pero el buen “rollito” entre ellas dos ya se había roto.
Yo estoy totalmente convencida de que Sabah sólo quería gastarle una broma. Lo que no sé es si la chica finalmente se convenció de que Sabah iba con buenas intenciones...
Al salir de allí ya nos estaban esperando algunos vendedores ambulantes, pero nosotros seguimos nuestro camino, esta vez tomando, a la derecha, la calle Zerbtana, que ya no era recta como las principales sino llena de recovecos.
Sabah nos mostró una puerta típica con una aldaba a la altura del caballo, (o mula), para que el caballero no tuviera que bajarse; y una a la altura de las personas que iban a pie.
También vimos un horno de pan. Es costumbre amasar el pan en las casas y llevarlo al horno del barrio para que se hornee. Cuando ya está listo el pan se recoge o un niño lo reparte por las casas.
Por las calles vimos como hilaban la seda de cactus, un tipo de seda vegetal que no conocíamos y que es igual de brillante y suave que la de gusanos de seda.