Nosotros empezamos nuestra visita en Fez el-Jedid, o sea, algo así como Fez la nueva, aunque su creación se remonta al siglo XIII.
Lo primero que vimos fue la antigua puerta de acceso al barrio judío de Fez, que como en todas las ciudades de Marruecos se llama Mel-lah (el sitio de la sal), porque la sal era el negocio que llevaban los judíos de este país.
Aunque en un principio el barrio judío estaba al norte de la medina cerca del Palacio Yamai, desde el siglo XV el barrio judío se sitúa aquí, muy cerca del Palacio Real, ya que el sultán meriní Abu Said les ofreció protección a cambio de un impuesto. Este barrio estuvo cerrado por una puerta de hierro hasta el siglo XIX y, al aparecer, los judíos que vivían aquí no eran muy bien tratados. Esto cambió con el protectorado francés.
Dejando a la derecha la antigua puerta de la Mel-lah, nos acercamos hacia Dar el-Majzen, el Palacio Real, residencia del sultán y de sus tropas.
Sólo se puede ver su exterior, realizado por artesanos de Fez que realmente hicieron una labor espectacular.
Lástima que no pueda visitarse por dentro donde hay, al parecer, palacios, patios de armas, jardines, una mezquita y una madrasa. Sabah, nuestra guía, nos dijo que en poco tiempo está previsto abrirlo al público como un modo más de atraer turismo a Marruecos. La verdad es que tantas puertas cerradas de palacios, mezquitas, madrasas... dan la imagen de un país cerrado al exterior.
Hicimos las consabidas fotos en el exterior del Palacio Real, teniendo cuidado, tal y como nos avisó Sabah, de no fotografiar a los guardias de la puerta lateral.
Fue un buen aviso, porque como pudimos experimentar más adelante, la policía y el ejército son muy celosos de su imagen y si pillan a alguien grabándoles o haciéndoles fotos no paran hasta comprobar que las ha borrado.
Seguimos caminando por el barrio judío con sus preciosos balcones de herencia andalusí. Las casas tradicionales musulmanas son totalmente cerradas por fuera, sin ventanas ni balcones y se abren a patios interiores que les dan luz, frescor e intimidad. Sin embargo las casas judías están abiertas a la calle y sus balcones muestran la riqueza de sus dueños.
Actualmente el barrio está habitado por musulmanes y la mayoría de los judíos se han ido a vivir a Casablanca, Francia o Israel.
Al final de las dos calles del barrio judío se llega a otra puerta, la Bab (=puerta) Semmarin, detrás de la cual se adivinan tiendas y paseantes.