Era nuestro penúltimo día en Marrakech y ese día nos separamos de nuestro grupo. Ellos iban a conocer el valle del Urika, mientras que nosotros habíamos decidido conocer un poco más de Marrakech.
Así tomamos nuestro plano de Marrakech (el mejor que he encontrado en Internet está en: http://www.hello-marrakech.com/pages/plan_marrakech_carte_ville_marrakechpag.html) y salimos del hotel en dirección al jardín Majorelle. Eran las 10:30 de la mañana y el calor ya era insoportable. Tardamos andando una media hora en llegar al jardín y cuando entramos tuvimos la sensación de que habíamos llegado al paraíso.
El ambiente tan agradable de las plantas y los estanques nos ayudaron a recuperarnos del sofocante paseo.
El jardín está situado en una pequeña calle que da a la avenida Yacub el-Mansur, entre el bulevar de Safi y la avenida de El-Yadida y fue creado en los años 20 por el pintor Jacques Majorelle.
El pintor trajo aquí plantas de los 5 continentes, desde buganvillas, cocoteros, bananeros, bambúes y palmeras hasta cactus, lotos, papiros y plantas acuáticas.
A la muerte de Majorelle en 1962, el jardín quedó abandonado, hasta que Yves Saint Laurent y Pierre Bergé lo compraron y restauraron.
Tiene varios estanques y un edificio que el pintor usaba como estudio, con las paredes de color azul añil y que actualmente es el Museo de Arte Islámico.
Está abierto en invierno de 8 a 17h y en verano de 8 a 19h.
Paseamos un buen rato por todos sus rincones y por el museo y, aunque estábamos muy a gusto allí, decidimos seguir camino. Nos quedaban aún muchas cosas por ver.