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Marrakech

Introducción histórica

En el año 1070, el saharaui almorávide Abu Bekr fundó Marrakech en las cercanías de un pequeño río y del cerro rocoso del Gueliz, cuyas piedras proporcionarían el material necesario para construir la futura ciudad.

Abu Bekr cedió Marrakech a su primo Yusef Ben Tashfin que convirtió el campamento de tiendas saharianas en una ciudad con construcciones de tierra apisonada. Marrakech se enriqueció con el comercio de oro y marfil y se convirtió en la capital del imperio almorávide.

A la muerte de Yusef Ben Tashfin en 1106 le sucede su hijo Ali ben Yusef que embellece la ciudad con nuevos edificios de los que aun quedan la Qubba el-Barudiyn, el minbar de la Kutubia y la muralla con sus puertas monumentales.

En 1147 son los almohades los que detentan el poder sobre la ciudad. Ellos construyen la definitiva Kutubia y los jardines de la Menara y del Agdal.

A finales del siglo XIII, el también almohade Yacub el-Mansur edifica una alcazaba y una ciudad imperial con palacios, mezquitas y jardines; y favorece el comercio de cuero, azúcar y cerámica.

A la muerte de Yacub el-Mansur en 1199, las disputas dinásticas provocan la decadencia de la ciudad y en 1269 Fez le quita la capitalidad a Marrakech, que es conquistada por los meriníes.

Además, un cambio en la vía de las caravanas entre 1274 y 1286 deja a Marrakech fuera de la ruta del oro africano, lo que provoca su ruina hasta la entrada de los saadíes en 1522.

Los saadíes devuelven a Marrakech su capitalidad y anterior belleza. Ahmed el-Mansur construye las tumbas saadíes y el palacio El-Badi gracias al dinero entregado por los portugueses por reparaciones de guerra, al oro de Tombuctú y a la riqueza generada por las refinerías de azúcar y el trabajo del cuero (la marroquinería).

A finales del siglo XVI Marrakech tenía unos 60.000 habitantes y la mayor comunidad judía de Marruecos.

En el siglo XVII la ciudad tiene problemas de seguridad, hambre y guerras. A esto se une que el sultán alauita Mulay Rashid le quita el título de capital y se lo da a Fez. Su sucesor Mulay Ismail traslada la capital a Meknes e intenta borrar el rastro de las anteriores dinastías en Marrakech: destruye prácticamente el palacio El-Badi y rodea las tumbas saadíes con una muralla.

Con Mohammed III, a mediados del siglo XVIII, Marrakech vuelve a ser la capital. Este soberano construye un nuevo palacio y jardines como el de la Mamunia. También repuebla otros jardines como el de La Menara y el del Agdal.

Bajo el reinado de sus sucesores Mulay Hasan y Mulay Abd el-Aziz se edifican palacios como Dar el-Bahía y Dar Si Said a finales del siglo XIX.

En este fin de siglo se producen desórdenes en el Sahara contra la penetración de los franceses en el sur que son apoyados por Mulay Abd el-Aziz.

Sin embargo, el protectorado francés es instaurado en 1912 a pesar de la resistencia de los saharauis y la capital de Marruecos pasa a ser Rabat.

Marrakech es actualmente un importante centro turístico.


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