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Meknes

La artesanía y las puertas de la ciudad

Bab Mulay IsmailAl acabar la visita, por indicación de El Arbi cruzamos la calle y entramos en una tienda de artesanía que estaba justo enfrente.

En Meknes la artesanía típica es el damasquinado de plata sobre hierro, los bordados de las monjas franciscanas y las tallas de madera.

En la tienda nos enseñaron las diferentes técnicas y, una vez más no pudimos resistirnos a llevarnos un mantelito bordado con servilletas, una funda para un cojín y una pequeña mano contra el mal de ojo hecha de damasquinado.

Antes de subir al autobús pudimos echarle un vistazo a la Bab Mulay Ismail, la puerta de la muralla que daba acceso al mausoleo, preciosamente decorada en color azul.

Bab Mansur el-AleuyY, de puerta en puerta, nos dirigimos hacia Bab Mansur el-Aleuy, (la puerta del victorioso renegado) que, por orden de Mulay Ismail, edificó un cristiano convertido al Islam, de donde viene su nombre. Está adornada con cerámica y mosaicos donde domina el color verde, y las columnas corintias que la sostienen provienen del palacio el-Badi de Marrakech que fue destruido por Mulay Ismail para borrar el rastro de sus antecesores los saadíes.

La leyenda dice que Mulay Ismail preguntó a su arquitecto si podría construir una puerta aún más bella y cuando el arquitecto contestó afirmativamente le ejecutó en el acto. Pero bueno, parece ser que es simplemente una leyenda.

Y aquí acabamos la corta visita de Meknes y nos dirigimos hacia las afueras de la ciudad para comer.

El restaurante era muy bonito, la comida estaba muy buena y había muchísima cantidad así que acabamos todos empachados. Una vez más sólo había turistas.

Nuestro restaurante en MeknesDespués de comer le pregunté a El Arbi si a estos restaurantes viene alguna vez gente local y me dijo que a veces sí, en fines de semana, para cenar, o para festejar algo, pero no es lo normal.

También le pregunté porqué no íbamos nosotros a algún restaurante en el que nos mezcláramos un poco con los marroquíes y me contestó que esos restaurantes no se comprometen a tener las mesas listas para los grupos, ni la comida preparada a la hora que se reserve y nosotros dependemos de la puntualidad.

Si hubiéramos ido por nuestra cuenta supongo que nos habíamos juntado más con la gente de allí. Por otro lado, viajar sin tener que preocuparse dónde vas a comer cada día es mucho más cómodo. Todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes...


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