Esa noche nos alojábamos en el Grand Hotel Dei Templi que, como las veces anteriores estaba lejos del centro de la ciudad. Lo bueno es que este sí que tenía piscina y aprovechamos para darnos un buen chapuzón.
Después de la cena tuvimos el tour panorámico desde el autobús para ver los templos iluminados. Nuestro guía Gianni se puso muy serio, nos ordenó guardar silencio y sumergirnos en la belleza de los templos que estábamos a punto de contemplar. Además nos puso música de fondo para ayudar a evadirnos.
Nosotros nos mirábamos unos a otros pensando, “¿dónde están esas maravillas?”.
Estábamos muy lejos de los templos y no se distinguían muy bien, toda esa belleza prometida casi no se veía y el tour fue más que decepcionante.
Según parece, esa noche había un concierto en esa zona y el tráfico estaba restringido. El autobús no podía acercarse a los templos. De todos modos no creo que en otras circunstancias hubiera sido mucho mejor. A no ser que el autobús hubiera pasado directamente por la peatonal Vía Sacra... ¿Quién sabe?.
