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Segesta

La ciudad y su templo

El Templo de SegestaEl interior del TemploDespués de madrugar una vez más nos dirigimos hacia Segesta.

Una vez llegamos al parque arqueológico, subimos los escalones que llegan al templo y nos sentamos en su lado derecho, a la sombra y siguiendo las recomendaciones de Gianni: “los jóvenes en los escalones de arriba, los mayores en los de abajo”, aunque lo de joven y mayor cada uno lo entendió como le pareció. Una cosa es lo que se es y otra como uno se siente, ¿no?.

Por lo menos estábamos a la sombra y el templo está muy bien conservado y por primera vez daba gusto verlo todo en pie y sin andamios.

Los que construyeron este templo no fueron los griegos, sino los elimi, que también fundaron Erice. Se cree que pudieron ser originarios de España, Liguria (oeste de Italia) o Turquía. Al parecer, según algunos historiadores griegos, los mismos elimi afirmaban haberse refugiado aquí después de la caída de Troya.

Segesta fue el principal enemigo de Selinunte desde el 580 a.C., se alió con Atenas en el 426 a.C., para acabar siendo la primera población siciliana que declaró su lealtad al Imperio romano.

El templo desde el teatroEl templo, de estilo dórico con 36 columnas de piedra caliza blanca, se construyó entre el 426-416 a.C. y según algunas teorías está inacabado ya que sus frontones y metopas (la zona por encima de las columnas entre las acanaladuras verticales) son lisos y sin decoración y es el único de estructura abierta, sin techo.

Sin embargo, otras teorías afirman que las particularidades de este templo se deben a que sus constructores fueron los elimi, que tenían un estilo arquitectónico diferente a los griegos y que lo usaban como lugar sagrado para celebrar sus ritos particulares, dejándolo por esto sin techo.

La fachada de este templo está orientada al este, a pesar de que la costumbre era orientarlos al oeste. La razón de esto puede que fuera que así se veía desde la ciudad.

El día era precioso y la luz del sol reflejaba la blanca piedra caliza. Por fin veíamos un templo completamente en pie y podíamos pasearnos por él a nuestras anchas.


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