Y una vez pasada la Fontana dell’Amenano del siglo XIX ya estábamos en la Piazza del Duomo.
En el centro de la plaza está la Fontana dell’Elefante, símbolo de la ciudad realizado en 1736 por Giovan Battista Vaccarini inspirándose en la plaza Minerva de Roma. El conjunto lo forma un elefante en piedra volcánica de época romana o bizantina, que transporta un obelisco egipcio de granito decorado con jeroglíficos sobre el culto a Isis y que debió estar anteriormente en el circo romano. En la base están esculpidas unas figuras que representan a los ríos Simeto y Amenano y unos amorcillos que echan agua a la fuente.
A un lado de la plaza están el Ayuntamiento, y el antiguo Senado en el Palazzo Senatorio de 1732, de estilo barroco.
El Duomo, o catedral dedicado a Santa Ágata es de origen normando, aunque de esta época sólo queda parte del crucero, los tres ábsides y la puerta que da al sur. Tenía también función defensiva y para su construcción se usaron materiales de edificios romanos de la etapa imperial.
El cuerpo principal y la fachada fueron realizados entre 1733 y 1761 por Vaccarini, pero la cúpula es de Antonio Bataglia de la década de 1790. El campanario es una reconstrucción del que se derrumbó en el terremoto de 1693.
Dentro, adosada a uno de los pilares de la nave central, está la tumba de Vincenzo Bellini gran compositor musical catanés.
Y después de visitar la catedral tuvimos un poco de tiempo libre para dar un último y corto paseo por el casco antiguo de la ciudad.
Para otra visita nos esperan los restos romanos, el Castelo Ursino y otros tantos tesoros que oculta la ciudad de Catania.