Gianni nos llevó, como siempre, a toda velocidad desde el autobús hasta la catedral. Entramos y nos sentamos obedientes a oír sus explicaciones.
La leyenda dice que Roger II se salvó milagrosamente de un naufragio frente a las costas de Cefalù, y en agradecimiento prometió construir aquí este templo.
Empezó a construirse en 1131 pero los trabajos continuaron durante 100 años y aunque no llegó a ser panteón real, como era su destino original, se ha convertido en una maravillosa obra de arte.
La fachada, con sus dos torres de aspecto defensivo y su pórtico de tres arcos, fue acabada en el siglo XV, pero lo que realmente destaca son los maravillosos mosaicos de su interior del siglo XII los del ábside y del XIII los de muros laterales del coro.
Según Gianni los mosaicos de esta catedral o los de la Capilla Palatina son mejores que los de Monreale porque aquellos los hicieron los primeros artesanos que llegaron a Sicilia y que conocían muy bien su trabajo. Los de Monreale los realizaron los sucesores de estos y según Gianni se nota que no eran tan buenos como los originales y no consiguieron conservar la misma riqueza de tonos y colores.
Además nos dijo que los mosaicos de Monreale se hicieron a toda prisa porque el rey quería ver acabada enseguida su obra y por eso en los rincones donde no hay tanta luz se esmeraron menos para ir más rápido.
Al final creo que es cuestión de gustos. La mayoría no somos tan expertos como para decidir cuales son los mejores pero lo cierto es que en los tres lugares los mosaicos son muy bonitos. No sabría decir cuales me gustaron más.