Desde allí bajamos a la Latomía del Paraíso. Las latomías son cuevas artificiales que se formaron al ir extrayendo caliza para construir los edificios de la ciudad. O sea, antiguas canteras.
En estas cuevas se extraía la piedra en forma de escalera, escalón a escalón. Cuando se llegaba abajo se seguía cortando otro nivel más, hasta formar estos huecos en las paredes de roca.
En principio eran cuevas subterráneas, pero debido a movimientos del terreno, se rompieron los techos y por eso han quedado en parte a cielo abierto. Esta del Paraíso es un agradable jardín en el que se está a salvo del agobiante calor que habíamos sufrido viendo el teatro.
Aquí tuvimos que esperar un buen rato porque parte del grupo se había despistado y Santo tuvo que ir a buscarlos, pero como digo, la espera fue agradable.
En la Latomía del Paraíso está la Oreja de Dioniso, una cueva de 65 metros de largo, 23 de alto y de 5 a 11 metros de ancho. El nombre se lo puso el pintor Caravaggio que descubrió que su forma ampliaba cualquier sonido que se hiciera dentro de ella y dice la leyenda que Dioniso encerraba aquí a sus prisioneros para poder escuchar todo lo que decían.
