Y de aquí, pasando por el vestíbulo, llegamos al peristilo, el gran patio central rectangular rodeado de una galería de blancas columnas de granito. El suelo del peristilo tiene mosaicos con 1500 cabezas de animales.
Siguiendo el camino indicado nos acercamos a una letrina decorada con mosaicos de animales. Para los romanos satisfacer sus “exigencias fisiológicas” era una actividad social, y en las letrinas se sentaban sin ningún tipo de separación entre ellos, para poder conversar. Cuando acababan, se limpiaban con agua y una esponja ensartada en un bastón, que aclaraban después de cada uso.
Un poco después, desde lo alto, se ve la sala del gimnasio de las termas, con mosaicos con carreras de cuádrigas y escenas del circo romano, y más adelante el vestidor privado en el que se ve a la señora de la casa acompañando a sus hijos al baño con dos sirvientas que llevan la ropa y los ungüentos.
La siguiente sala tiene un motivo geométrico, como todas las habitaciones de los sirvientes. Esta se recortó en la época árabe-normanda para poner un horno.
Y llegamos a uno de los dormitorios, decorado, según algunos autores con una escena de baile, y según otros con el rapto de las sabinas. La parte que mejor se ve es la de una mujer, aparentemente danzando.
Otro de los dormitorios tiene un mosaico con angelotes pescadores y está al lado de la sala de la pequeña caza, que debió servir como sala de estar / comedor. En ella están representadas preciosas escenas de caza del zorro, jabalí, liebre, tordo o ciervo.
Y si esta última sala era preciosa, lo es aún más el pasillo de la gran caza, lleno de animales salvajes como panteras, antílopes, leones o jabalíes, capturados en países africanos para los espectáculos del circo.