Introducción

Monte Hasan Dagi El resto más antiguo que se tiene de la Capadocia es el fresco de Çatalhöyük (6200 a. C.) en el que se representa el poblado de Çatalhöyük y se ve el volcán Hasan Dagi en erupción.

A principio del segundo milenio a. C. los asirios establecen relaciones comerciales con los habitantes de la zona. Posteriormente en este segundo milenio los Hititas se asientan en Anatolia.

En el siglo XII a. C. el imperio Hitita decae y la región es atacada varias veces por los asirios.

Los persas convierten la Capadocia en una de sus satrapías (provincias) y la dominan desde el siglo VI a. C. hasta la conquista de Alejandro Magno.

El nombre de Capadocia viene, al parecer de esta época. Sus habitantes pagaban los tributos con caballos y por eso los persas la llamaron Katpadukya : "la tierra de los hermosos caballos".

Cuando muere Alejandro Magno, Capadocia pasa a depender de los romanos y se convierte en provincia del Imperio desde el 66 a. C. hasta el 17 de nuestra era.

Desde el siglo IV al VII Capadocia se convierte en un centro religioso cristiano y es cuando se construyen sus maravillosas iglesias.

Después de otras invasiones, en el siglo XI los turcos selyúcidas se asientan en Anatolia.

El paisaje actual de la Capadocia se formó debido a la erupción de tres volcanes: El Erciyes Dagi en el nordeste cerca de Kaisery, y el Hasan Dagi y el Melendiz Dagi en el sudoeste. Los tres tenían una altura de alrededor de 4,000 metros. Al entrar en erupción los volcanes cubrieron la región de toba (una roca porosa hecha de cenizas y pequeñas piedras perforadas) y más tarde de lava basáltica que al enfriarse se convirtió en una piedra muy dura. Así los volcanes de Anatolia convirtieron los valles y las colinas de la región en una meseta.

Más tarde, la erosión causada por el viento y la lluvia fue aprovechando las grietas en el basalto para llegar a la toba más blanda y así formar este maravilloso paisaje lunar.

Uçhisar y Nevsehir

Uçhisar Nuestro primer contacto con la región fue en Uçhisar. Valió la pena. Era un sitio precioso. Las fotos que habíamos visto le hacían perfecta justicia. Había casas excavadas dentro de las formaciones y pudimos entrar a visitarlas. Pasear por allí era una delicia.

De allí nos fuimos a nuestro hotel en Nevsehir para descansar un rato (no mucho), cenar, y seguir con las actividades nocturnas.

Nevsehir tomó su nombre actual que significa nueva ciudad en persa) cuando Ibrahim Pacha, que había nacido allí y llegó a ser Gran Visir, reconstruyó su pueblo natal y lo dotó de mezquitas, escuelas coránicas, caravanserais (posadas), hamams (baños turcos) y una biblioteca. También distribuyó las tierras del tesoro entre los campesinos para que plantaran moreras para la producción de capullos de seda y convirtió a Nevsehir en uno de los primeros lugares de producción de seda.

Había una visita opcional para ver la mezquita y probar el hamam, pero nosotros nos habíamos apuntado a ver el ritual (sema) de los derviches danzantes. Había leído algo sobre esta extraña religión y tenía ganas de verlo por mi misma.

Los Derviches Danzantes

Así que cenamos rápido y Satelmüch y Timur nos llevaron a Sarihan, un caravanseray (especie de posada) de 1294 donde nos esperaban los derviches.

Satelmüch, nuestro conductor, era una persona muy agradable pero era un poco difícil entenderse con él porque no sabía nada más que turco. Lo único que podíamos decirle era: Merhaba (hola), günaydin (buenos días), iyi geceler (buenas noches)...

Eso sí, él se ponía muy contento cuando intentábamos decir algo en turco, así que creo que todos intentamos hacer un esfuerzo.

El caravanseray donde se celebraba la ceremonia era precioso. Entrabas a un patio con columnas y salas en los lados (la parte de verano) y pasabas a la sala principal (de invierno) donde se celebraba el Sema.

Derviches Danzantes

Según nos contó nuestro guía, Mevlana, poeta y místico, pensaba que todas las religiones buscan el mismo objetivo que es encontrar a dios. Sólo hay un dios único y es estúpido que la gente discuta o pelee por defender una religión contra otra.

Por ello su "religión" busca el amor universal indiferentemente de la religión que se tenga.

Su manera de meditar es girando, ya que en el universo la tierra gira, lo mismo que los planetas y ya que todo es una creación divina, es correcto imitar lo que dios a creado.

Es un poco difícil describir el ritual, pero en "De parte de la Princesa Muerta" está muy bien contado:

Después de la danza el guía nos llevó a una sala y allí se reunió con nosotros uno de los derviches músicos, dispuesto a contestar las preguntas que le hiciéramos.

El derviche contó que no había ningún requisito para pertenecer a la orden. Daba igual la religión a la que pertenecieras y no era necesario abandonar tu religión anterior. Sólo tenías que estar de acuerdo con esta filosofía de vida.

No tienen una fuente de financiación clara, o al menos no nos la contaron. Todos tienen su trabajo y viven de él.

No hay jerarquías entre los distintos grupos que pertenecen a la orden. Sin embargo sí que hay una jerarquía muy marcada entre los distintos miembros de cada convento (en la visita al museo de Konya aclararé un poco más los distintos niveles).

No es necesario que estés dotado para la danza, puedes ser músico, poeta, científico o cualquier otra profesión para la que tengas aptitudes. Sólo hace falta creer en la filosofía de Mevlana.

Hay grupos de derviches en todo el mundo, pero el centro religioso está en Konya, donde está el mausoleo de su fundador.

No realizan el Sema con una determinada periodicidad, sino cuando sienten la necesidad de hacerlo. Después de hacerlo se retiran a meditar.

La verdad es que es un ritual curioso, extraño, hermoso e interesante a la vez. No me arrepentí de haber asistido.

La ciudad subterránea de Kaimakli

De camino a la ciudad subterránea de Kaymakli hicimos una pequeña parada en un pueblo que ahora está abandonado como otros muchos de la región. Las casas en ruinas son un detalle más del paisaje y parece que están hechas como parte de él.

La fuente más antigua sobre las ciudades subterráneas es el libro "Anabasis" de Jenofonte (siglo IV a. C. ). Este texto habla de la guerra por el trono de Persia entre Ciro (apoyado por Esparta) y su hermano Artajerjes II. En la batalla de Cunaxa Ciro muere y el ejército espartano debe retirarse.

Timur nos contó que Jenofonte se convierte con la muerte de Ciro en general del ejército espartano derrotado y pasa por la Capadocia en su regreso a Grecia.

Al recorrer la zona descubre campos labrados y otras pruebas de vida humana, pero no ve a ninguna persona.

Cuando por fin encuentra a un muchacho, le interroga hasta que confiesa la existencia de una ciudad subterránea.

Jenofonte cuenta en su libro que estas gentes excavaban sus casas debajo de la tierra y las comunicaban unas con otras.

Kaimakli

La ciudad subterránea de Kaymakli es una de las muchas que hay en la región. Están excavadas en la toba volcánica, un tipo de roca muy fácil de perforar. Se supone que se usaban como refugio ante las invasiones o los peligros. Además la temperatura en el interior es constante en verano e invierno.

Cuando el territorio dejó de sufrir invasiones y guerras, dejaron de usarse y permanecieron desconocidas hasta que poco a poco han ido descubriéndose algunas. Se piensa que debe haber muchas más.

Kaymakli tiene 8 niveles de profundidad (45 m). Parece que fue excavada por los cristianos entre los siglos VI y X, durante las épocas en las que los persas y los árabes atacaron la región, y tiene una superficie de 2.5 km2.

Las diferentes salas subterráneas están agrupadas alrededor de las chimeneas por las que entra el aire, que permitían respirar perfectamente incluso en los niveles más bajos. Hay establos, lagares para hacer vino, pequeñas iglesias, depósitos, salas de reuniones y miles de habitaciones.

Es increíble que toda una ciudad con sus habitantes pueda existir bajo tierra.

Museo al aire libre de Göreme

De allí retrocedimos para ir al Museo al aire libre de Göreme. Dentro de sus formaciones naturales hay multitud de iglesias excavadas en la roca.

Monasterio de mujeres

Lo primero que se ve es lo que se llama el Monasterio de las mujeres, un complejo de cuatro plantas, con iglesias, túneles y comedores. Más adelante fuimos entrando en las diferentes pequeñas iglesias que van apareciendo a los dos lados del camino.

Son la iglesia de la manzana, de Santa Bárbara, de la serpiente, de la hebilla... todas ellas preciosas. Lástima que gente de todas partes del mundo (no sólo turcos como recalcó Timur) se haya dedicado a escribir su nombre encima de los frescos de las paredes destrozándolos.

Estas iglesias debieron ser construidas a partir del siglo XI, cuando Göreme era un centro monástico muy importante.

Allí vimos también palomares excavados en la toba. La paloma es un animal sagrado en Turquía. No se puede comer, pero su estiércol se usa como fertilizante y es muy caro. Por eso hay tantos palomares en la región.

La fabricación de Alfombras y la Alfarería

Fabricación de Alfombras

No podíamos quedarnos sin conocer un telar de alfombras. Allí aprendimos que el nudo turco es doble; que hay varias calidades según se hagan con lana, con algodón o con seda; que los tintes pueden ser naturales (con hiervas propias de la región) o artificiales; cómo se hila la seda que se saca de los capullos de gusanos de seda; y que el gobierno quiere mantener la tradición pero que cada vez hay menos chicas dispuestas a aprender y a realizar este duro trabajo.

Mientras nos enseñaban su producción nos invitaron a un té (nos íbamos aficionando al té de manzana). Las alfombras que nos enseñaron eran preciosas pero un poco caras para nuestros bolsillos, aunque hubo quién picó.

Ya iba haciendo un poco de hambre y nos encaminamos al restaurante.

Palomares

Pero antes hicimos dos pequeñas parada para disfrutar de las preciosas vistas del valle de Göreme y del valle de los palomares

Por la tarde nos dirigimos a Avanos, un pueblo famoso por sus alfarerías y sus alfombras. La artesanía data de la época Hitita y usa arcilla recogida del río y arena para fabricar la cerámica. Nosotros visitamos una fábrica de cerámica y su tienda, que tenía productos hechos con onix, turquesa, oro y plata.

Nos hicieron una demostración de cómo se pule el onix y ofrecieron la pieza que habían realizado a quién supiera de dónde venía el nombre de Capadocia.

Aunque Timur nos lo había contado ("tierra de los hermosos caballos") nadie se acordó en ese momento, menudo desastre, y la pieza se la llevó una de nuestras compañeras de grupo que le debió de caer simpática a nuestro guía en la tienda.

Aquí sí que hubo mucha gente que compró joyas.

Las Chimeneas de Hadas

Chimeneas de Hadas Para acabar el recorrido por la Capadocia nos fuimos a conocer las chimeneas de hadas del valle de Zelve. Quizá fue lo que más me gustó. Parece que las rocas estén modeladas a propósito para que tengan esa forma. Como dijo Timur, se llaman chimeneas de hadas como queriendo asociar su formación a la magia.

La capa más blanda de toba está recubierta por un "sombrero" más duró de basalto que protege a la toba de la erosión. Por eso tienen una forma cónica.

Realmente eran mágicas.

Además la bajada de regreso, paseando por los viñedos y viendo de cerca las formaciones fue muy agradable. Y no sólo eso, sino que antes de montar de nuevo en el autobús, estuvimos sentados encima de una roca en medio de las chimeneas y allí Timur nos habló sobre la vida en Turquía.

Nos contó que el salario mínimo en Turquía es de unas 40.000 pesetas, que no llega para tener una vivienda decente. Con ese sueldo sólo puedes vivir en una chabola a la que te da miedo entrar. El salario medio estaba en unas 100.000 pesetas.

La inflación es muy alta pero poco a poco está siendo controlada por el gobierno ya que ha llegado a estar casi en un 100%.

Los turcos tienden a tener casa propia, pero no pueden permitírselo. Aunque los pisos son más baratos que en España ellos no tienen suficiente dinero ahorrado para pagarlos al contado y con los intereses tan altos les es imposible pedir un préstamo. Sin ir más lejos, Timur vive de alquiler porque no puede comprarse un piso.

También nos dijo que un 12% se la población de Turquía son en Kurdos (sobre unos 65.5 millones de habitantes en total).

Añadió además un comentario sobre los campesinos de la Capadocia. Según él, son poco trabajadores, al contrario que los de la costa, que trabajan y prosperan. En la Capadocia las mujeres hacen los trabajos más duros. Los hombres trabajan media mañana y las mujeres se encargan del ganado, de la casa, de los niños y de todo lo que no quieren hacer los hombres. Es lo que ellos llaman las tareas fáciles.

Esto ha llegado a tal extremo que grupos de mujeres han empezado a quejarse ante los alcaldes de su situación.

De todos modos aunque nosotros no conseguimos verles así, los turcos ya se consideran europeos y no soportan que se les compare con los árabes.

Lo bueno que tienen es que tienen mucha voluntad de cambio, y el que las mujeres empiecen a rebelarse es un muy buen síntoma.

El Baño Turco

Después del paseo del día nos merecíamos un poco de relax así que fuimos al hotel para prepararnos para el esperado baño turco.

Timur nos explicó que no teníamos que tener prevención respecto al masaje ya que los masajistas eran gente profesional y en ningún momento se iban a propasar. Dijo que nadie se había quejado hasta entonces.

Baño Turco Estambul

Los hamams (baños turcos) son unos edificios grandes de piedra revestidos de mármol o estuco. Las bóvedas están caladas por orificios recubiertos por campanas de vidrio que dejan que pase la luz del día.

En nuestro baño se entraba a un vestíbulo con habitaciones en la parte superior donde nos desnudamos.

Lo normal es quedarse sin ropa y taparse con una especie de mantel de cuadros que te dan allí.

Nosotros íbamos con bañador para, como dijo Timur, prevenir accidentes, y sobre todo para estar más cómodos.

Una vez listos entramos en lo que realmente es el baño turco: una sala circular de mármol que es calentada desde el suelo. Allí hace mucho calor y hay mucha humedad, así que empiezas a sudar y liberar todas las toxinas que tienes en el cuerpo.

En los laterales hay grifos con agua caliente y fría con la que te refrescas.

Aunque no es habitual, nuestro baño era mixto y lo teníamos ocupado la gente del grupo que el día anterior no habíamos podido probarlo. No recuerdo de qué hablábamos, pero sí que nos lo pasamos muy bien y nos reímos un montón. Tanto que el masajista vino a ver qué era lo que hacíamos.

Timur y Satelmüch habían ido a cortarse el pelo y se nos unieron más tarde. Sin embargo no se dieron el masaje como nosotros. Al parecer este masaje tan a fondo no debe hacerse muy a menudo (una vez al mes como mucho). El resto de las veces que los turcos van al hamam se lavan allí como si lo hicieran en su casa, sólo que tienen el añadido de la "sauna" y de la compañía y la charla de otras personas.

Vamos, que es un lugar de reunión y de higiene a la vez.

Poco a poco todos fuimos pasando a la sala del masajista. Allí te frotaban la piel con una especie de guante de crin y veías la cantidad de células muertas que habías estado guardando en tu piel. Después te daban un baño de espuma de pies a cabeza y un pequeño masaje.

Por último te lavaban la cabeza, te aclaraban, te envolvían en toallas y te mandaban al frigidarium. En esta sala nos relajamos tomando un té y charlando con la gente.

Todos salimos muy contentos de la experiencia, relajados, limpios y con la piel supersuave. Fue para repetir.

El Caravanseray de Sultanhani

Caravanseray de Sultanhani Hoy, con pena, abandonamos la Capadocia. Para acabar visitamos el caravanseray de Sultanhani.

Caravanseray significa palacio de caravanas. Eran una especie de posadas en las rutas de las caravanas donde tenían todos los servicios: mezquita, hamam, alojamiento y comida para los viajeros.

El de Sultanhani fue construido en 1229 por el sultán Alaattin Keykubat y tiene una superficie de 4.500 m2. Tiene dos partes: un patio exterior para el verano y una gran sala cubierta para el invierno. Alrededor del patio están los hamams, los almacenes y un horno. En medio del patio está la mezquita elevada sobre cuatro columnas y en la gran sala era donde se guardaba a los animales.

Este es el caravanseray más grande y mejor conservado de Turquía.



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