Piscinas Naturales
Viaje a Pamukkale

Después de la visita comimos a toda velocidad en un sitio de la carretera. La comida era ensalada y una especie de pizzas muy ricas que se llamaban pidé, según nos explicó Timur. Aunque nos parecía de cordero Timur nos ratificó que era ternera, incluso preguntó al camarero para confirmarlo.

Según él la pizza es un invento árabe, aunque eso debe ser un hecho bastante discutible porque yo hasta he oído que la pizza es de origen chino, así que cualquiera sabe.

Aunque llegamos justo a tiempo para pasar por Pamukkale en la puesta de sol, Timur nos dijo que lo de la puesta de sol era un timo, ya que el sol no se ponía por el lado de las piscinas, sino por las montañas, y lo único que íbamos a ver era un atardecer normal y corriente.

Puesta de sol en Pamukkale. Foto proporcionada por Auxi CeladorHace poco me ha escrito Auxi Celador, que ha estado en Turquía y dice sin embargo que su experiencia de la puesta de sol en Pamukkale "fue una auténtica pasada". Me cuenta también que le encantan los atardeceres, pero que el de Pamukkale "era algo mágico". O sea que nos perdimos algo especial al hacerle caso a Timur.

Está claro que era muy buen guía, pero le faltaba ese "toque romántico".

Lo que sí es verdad es que desde el autobús, Pamukkale desmerecía mucho, y como ese día no tuvimos oportunidad de ver las piscinas más de cerca, en principio nos quedamos con esa impresión negativa.

Llegamos al hotel y antes de bajarnos Timur nos pidió un aplauso para Satelmüch que había conducido todo el día sin ninguna queja. Naturalmente se lo dimos gustosa y merecidamente.

El hotel estaba muy bien y pudimos probar las aguas calientes y sulfurosas de su piscina termal.

Es más, hasta nos atrevimos a ponernos barro, (al final cayeron hasta los chicos), por todo el cuerpo.

Después de cenar nos bajamos a la terraza a oír un poco de música. Volvimos a escuchar una canción bastante marchosa que era fácil de reconocer y recordar porque durante el estribillo el cantante tiraba besitos (después me enteraría de que se trataba de Tarkan). Una velada agradable.

Hierapolis

Empezamos por pasear por Hierápolis. Esta ciudad fue fundada en el año 190 a. C. por Attalos II, rey de Pérgamo en honor de Hiera, la esposa de Telephos, el mitológico fundador de Pérgamo.

Hierápolis sufrió varios terremotos y fue reconstruida varias veces. Durante las épocas de los Emperadores Adriano y Caracalla, la ciudad tuvo gran importancia por sus aguas termales.

En el año 87 San Felipe fue torturado y matado aquí y en el lugar de su martirio se construyó una basílica de la que quedan algunas ruinas.

Constantino el Grande la hizo capital de la región de Frigia. A partir de esta época Hierápolis comenzó a perder importancia.

En el 1354 un terremoto destruyó la ciudad y ya no se volvió a reconstruir.

Paseamos por su necrópolis llena de tumbas monumentales en las que se enterraba a familias enteras. Vimos la puerta de Domiciano (nueva puerta después de la ampliación de la ciudad), las ruinas de la basílica de San Felipe y la calle con columnas.

Teatro HierapolisDe allí nos fuimos a conocer el teatro que nos encantó. Fue construido en el siglo II, en la época del Emperador Adriano. Tiene una capacidad de hasta 20 mil espectadores y su fachada delantera mide 100 metros de largo. El escenario tiene un piso inferior en el que se situaba la orquesta y una parte superior donde se hacía la representación.

Es muy empinado y está muy bien conservado debido a que se siguió usando prácticamente hasta el siglo XI.

Pamukkale

Bajamos las escaleras del teatro y nos dirigimos a conocer las famosas piscinas de Pamukkale.

Fuimos dando un rodeo para poder ver las piscinas desde todos los ángulos. Ahora hay muy poco agua y la tienen que conducir artificialmente para que las formaciones no se oscurezcan al contacto con el aire.

El color blanco lo da el carbonato cálcico que lleva disuelto el agua. Son como las estalagtitas y las estalagmitas pero formadas al aire libre.

Desde hace unos años está prohibido pasear por las piscinas naturales, sólo se pueden ver desde un camino que va rodeándolas.

Así sin agua y vistas desde lejos la verdad es que no lucen demasiado.

Hay un camino por el que se puede pasear mientras vayas descalzo.

Este camino va bordeando unas piscinas artificiales donde sí que podías mojarte los pies en el agua.

Por lo menos así había un poco más de contacto con las formaciones, porque lo de verlas desde lejos nos había decepcionado un poco. Piscinas Artificiales

Eso sí, cómo intentaras meter algo más que el pie enseguida aparecía un guardia que te lo impedía.

De todos modos pasear por allí era bastante incómodo porque el relieve del suelo se te clavaba en los pies, así que yo no llegué hasta el final. Justo fue más decidido y además consiguió que una japonesa le hiciera una foto preciosa.

Para acabar entramos en el Turizm Motel famoso por su piscina de agua termal llena de trozos de columnas. No nos bañamos (costaba 3 millones de liras turcas y no teníamos tiempo) pero por lo menos le dimos gusto a la vista.



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